El FBI desmantela una red de alcaldes y rabinos corruptos en Nueva Jersey
El FBI necesitó ayer un autobús para acarrear a los 44 detenidos de su ofensiva contra una masiva trama de corrupción político-religiosa con epicentro en Nueva Jersey. Entre los detenidos se encuentran tres alcaldes, toda clase de cargos estatales (tanto republicanos como demócratas) y cinco rabinos, con acusaciones que abarcan desde el lavado de capitales hasta la reventa de órganos humanos.
La operación, en la que han participado 200 agentes federales respaldados por inspectores de la temible Hacienda estadounidense, ha culminado dos años de intensas pesquisas en las que ha tenido un papel decisivo un fracasado empresario inmobiliario, miembro de la comunidad de judíos sirios local. Personaje arrestado en el 2006 por un fraude contra un banco por valor de 25 millones de dólares.
Identificado como Solomon Dwek, y a cambio de una sentencia mínima, este sujeto se habría prestado a llevar un sistema de grabación mientras se dedicó a repartir golosos sobornos -por valor de casi un millón de dólares para uso personal o financiación política- entre toda clase de cargos públicos de Nueva Jersey. Incluidos los alcaldes de las localidades de Hoboken, Ridgefield y Secaucus, además de la teniente de alcalde de Jersey City.
Riñones a 160.000 dólares
En las grabaciones se puede escuchar al joven alcalde de Hoboken, Peter Cammarano, diciendo a su interesado benefactor: «Puedes depositar tu fe en mí y te prometo que vas a ser tratado como un amigo. Y a aquellos que se opongan, los vamos a convertir en polvo». El responsable municipal de Hoboken, que había tomado posesión hace sólo tres semanas, está acusado de recibir un soborno de 25.000 dólares a cambio de agilizar permisos de obras.
Junto a esta faceta de corrupción enladrillada, la llamativa trama también incluye una operación de lavado de capitales con conexiones en Suiza e Israel, donde estarían implicados los cinco rabinos y otra decena de procesados. Según el sumario, a cambio de comisiones del 10 %, los clérigos judíos utilizaron diversas entidades sin ánimo de lucro vinculadas a sus respectivas sinagogas para lavar tres millones de dólares suministrados por el testigo de excepción -y elemento de conexión entre la rama político y la religiosa de la trama- a través de una falsa empresa creada por el FBI.
Para rematar, la red incluye un negocio tan ilegal como rentable de tráfico de órganos humanos. El testigo protegido habría solicitado a un intermediario, un rabino de Brooklyn identificado como Levy Izhak Rosenbaum, que le consiguiera un riñón para el muy enfermo tío de su secretaria (en realidad una agente infiltrada del FBI). Mediación por la cual Rosenbaum pagaba a donantes en Israel 10.000 dólares y cobraba 160.000 dólares en EE.UU. Según las grabaciones del FBI, el «broker» de trasplantes explicó que llevaba diez años dedicado a ese negocio: «Yo soy lo que se podría llamar un celestino».
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