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La Iglesia y las autoridades de Cuba niegan crímenes sean por odio a curas o a España

El arzobispo de La Habana, Cardenal Jaime Ortega, oficia la misa durante el funeral del sacerdote español Mariano Arroyo, hoy, 17 de julio de 2009, en la Catedral de la capital cubana / EFE

La Iglesia Católica y el gobernante Partido Comunista en Cuba negaron hoy que en la isla haya odio a los curas o a España y que ese sea el motivo de los asesinatos de dos sacerdotes de ese país en La Habana, donde hoy se ofició el funeral del segundo de ellos, Mariano Arroyo.

El arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, ofició una multitudinaria misa de cuerpo presente en la Catedral de La Habana para despedir a Arroyo, durante la cual protestó porque en medios de prensa de otros países se ha hablado de "desamor de los cubanos a los sacerdotes" .

"Hay preguntas insidiosas que algún comentarista se atrevió a hacer, buscándole una significación anti-religiosa y aún anti-española, con matices políticos, al asesinato del padre Arroyo", dijo Ortega en su homilía.

"¡Por Dios! -exclamó- No es odio a los sacerdotes por su condición de tales, ni odio a los españoles. No se juzgan los sentimientos de un pueblo a partir de la actuación de unos delincuentes, vulgares criminales de la peor especie que, desgraciadamente, existen en todas partes, incluyendo los sitios de donde proceden esos juicios".

También el subjefe de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista, Carlos Samper, descartó que se trate de "una guerra religiosa" o de sucesos con una "significación política".

"Son hechos de delitos comunes, que ocurren cotidianamente en cualquier parte del mundo", dijo Samper a periodistas al acabar el funeral, y apuntó que no existe ningún vínculo entre ambos crímenes, más allá de que los dos asesinados eran muy amigos.

El cadáver del cántabro Arroyo, de 74 años, fue encontrado en la casa anexa a la parroquia del barrio habanero de Regla, en la madrugada del lunes pasado, amordazado, maniatado, acuchillado y parcialmente quemado.

A mediados de febrero pasado, el cuerpo de su amigo y compatriota Eduardo de la Fuente, cura madrileño de 61 años, apareció apuñalado y estrangulado.

De la Fuente atendía la parroquia de Santa Clara, en el barrio habanero de Lawton, y solo este jueves la Iglesia cubana divulgó información sobre la investigación de ese asesinato de hace cinco meses por medio de un comunicado del cardenal.

En el funeral de Arroyo, Ortega reiteró que ya están detenidos y confesaron los asesinos de ambos y agradeció la "eficiencia" de los servicios policiales. Sobre el primer crimen, dijo que ha sido apresado "el ejecutor", que pasará ahora a juicio, y agregó que en ese caso el proceso de investigación "fue mas complejo y demorado". "En aquella ocasión, los delincuentes ignoraban que habían matado a un sacerdote", precisó el prelado.

Pesar del Partido Comunista cubano

Por su parte, Samper declaró que el robo "podría ser" uno de los motivos de los crímenes, aunque no quiso dar más detalles porque las investigaciones no han concluido.

"Hemos sugerido a la Iglesia que tome algunas medidas con el objetivo de evitar que las personas vivan solas, que no conserven valores y otros medios que puedan ser de interés de personas que tienen una conducta delictiva. Pero, en sentido general, no creemos que haya que tomar medidas excepcionales", agregó.

"Quisiera trasmitir nuestro pesar también por este hecho abominable, no usual en nuestro país, aunque desgraciadamente las casualidades se han unido en los últimos meses", afirmó el dirigente del Partido Comunista.

Cientos de personas se congregaron este viernes en la catedral habanera para dar el último adiós a Arroyo, cuyo cadáver será repatriado a España en las próximas horas, para un nuevo funeral en su diócesis de Madrid.

Religiosos, feligreses y vecinos abarrotaron el templo y soportaron el sofocante calor durante la ceremonia, tras pasar por delante del cuerpo expuesto ante el altar mayor.

El féretro salió de la iglesia en medio de una gran multitud que lo acompañó y ovacionó hasta la Plaza de la Catedral. A la ceremonia asistieron el cónsul general de España en La Habana, Pablo Barrios, y la jerarquía de la Iglesia católica.

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