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Miedo en las sacristías habaneras

Isidro Hoyos, párroco en La Habana y amigo de los dos sacerdotes españoles asesinados, teme convertirse en la tercera víctima: «No hay dos sin tres», dice. Mariano Arroyo era un «experto en sincretismo religioso» y abogaba por incorporar a los santeros

Miedo en las sacristías habaneras

La pasividad absoluta y el temor desmedido se sirven a partes iguales en la capital cubana días después de la muerte de Mariano Arroyo, el párroco cántabro cuyo cadáver, apuñalado, fue hallado en la iglesia de Regla (La Habana) el pasado lunes. La comunidad católica de la isla se ha puesto en alerta ante el segundo asesinato de un sacerdote español en menos de seis meses. Determinados paralelismos alimentan el misterio: ambos asesinatos se produjeron en día 13 y en domingo.

En las afueras de La Habana, donde se asienta un crisol de ermitas y pequeñas capillas dirigidas a menudo por párrocos extranjeros, imperan los llamamientos a la calma. Sin embargo, para Isidro Hoyos, amigo y colega de los dos curas españoles asesinados,resulta imposible afrontarlo con frialdad. En mi tierra dicen que no hay dos sin tres, pero no quiero pensar en eso», declaró el religioso de 75 años a Efe. Al igual que Arroyo, es natural de Cantabria y ejerce la labor pastoral en la iglesia habanera de San Martín de Porres.

Funeral y traslado, mañana

Sus palabras vienen a confirmar las suspicacias sobre el crimen entre las personas cercanas a Arroyo, que descartan el móvil del robo como motivo del crimen. «Yo no soy supersticioso, pero parece que el procedimiento es el mismo que el de la muerte de Eduardo: la tortura y el ensañamiento», explicó.

Los vecinos de la ciudad, siempre reacios a hablar, reconocen que ignoran la noticia. Los medios de comunicación «han informado poco», explican algunas de las personas consultadas. Otros prefieren ser más prudentes con sus palabras por el temor de que la línea de teléfono esté «pinchada». Las peticiones de anonimato se suceden como común denominador. Un párroco destinado en la capital cubana explica a ABC que fue un vendedor de helados quien le informó de más detalles de la noticia que rondaba a sus feligreses. «Luego descubrí que era un activista de los Derechos Humanos», concluye entre risas. «Se habla más de ello en Miami, donde existe una comunidad de devotos de la iglesia de Regla que, seguramente, dispone de más información», añade.

A pesar de que aún se desconocen los resultados de las investigaciones sobre la muerte de Eduardo de La Fuente, el sacerdote español asesinado en febrero, el Gobierno -a través de la Embajada y el consulado- ha manifestado su confianza en las actuación de los cuerpos de seguridad y la información difundida por los órganos oficiales, como el Arzobispado de La Habana. Fuentes diplomáticas aseguran a este diario que el traslado del cuerpo del Arroyo a España, tal y como ha solicitado la familia, se producirá mañana, después de que se celebre su funeral en la catedral habanera de San Cristóbal a las diez de la mañana [cuatro de la tarde, hora peninsular española].

Católicos y santeros

José Pablo Patiño, vicario de la parroquia del Cristo Redentor, iba a sustituir a Mariano Arroyo al frente de algunos oficios religiosos durante sus vacaciones estivales, en las que el español se disponía a regresar a Cabezón de la Sal, su localidad de nacimiento.

«La noticia de la muerte de Arroyo fue un gran impacto en la comunidad católica. Se especula sobre los motivos. La sede arzobispal confía en la labor de las autoridades. Cualquier aproximación no es fácil de manejar», declara este párroco colombiano de 71 años, que niega que exista una mala relación entre las comunidades de santería y la congregación católica.

«Ellos [refiriéndose a los practicantes de aquel culto] ven en la Iglesia cierta protección. Vienen a las misas a encomendar a sus difuntos y respetan a los santos católicos, que ellos disfrazan como divinidades suyas». Además, sostiene Patiño, Arroyo era un experto en «sincretismo religioso» y consideraba prioritario la incorporación de los santeros al catolicismo. El rumor de la aparición de una «secta anticatólica» no tiene razones aparentes para ser creíble, sentencia Patiño. La armonía es total. «Hasta jugamos al fútbol con los de acá», añade el sacerdote más joven de Regla, Ricardo Núñez, un mexicano de 36 años.

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