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La subasta imposible

QUIENES se disponen a traspasar las puertas del Infierno y los que pretenden comprender el plan (?) de José Luis Rodríguez Zapatero para la financiación autonómica deben perder toda esperanza. Del Infierno no se sale y el Título VIII de la Constitución es, como ya demuestra la experiencia, una trampa sin retorno. Es posible que Dante Alighieri, como imagina Matilde Asensi en El último Catón, conociera el enrevesado camino que conduce al Paraíso Terrenal y hasta se puede admitir, según pormenoriza tan apasionante novela de la escritora alicantina, que, en su condición de miembro de una secta bienhechora, estuviese en el secreto de todos los recovecos que conducen a tan deseable lugar; pero escapa a la razón, e incluso a la fantasía, una suma tan esperpéntica como la que, para resultar simpático, pretende el presidente del Gobierno.

Zapatero ha abdicado de su responsabilidad de ser el presidente de todos los españoles. Le han empujado a ello su debilidad parlamentaria y su entendimiento, «discutido y discutible», de lo que es la Nación Española. También, en lo concreto, su fofo conocimiento de la aritmética y la suposición de que el todo del Estado puede ser, a efectos presupuestarios, mayor que la suma de sus partes. José Montilla, en su doble condición de cabeza del tripartito catalán y de líder del PSC, es el único armazón que le sostiene enhiesto en La Moncloa y eso obliga a mucho. ¿Se podrá ejercer cabalmente la responsabilidad del Gobierno de la Nación sin el respaldo cierto de un partido auténtica e incontestablemente nacional?

Mariano Rajoy ha calificado de «subasta» el espasmódico método con el que Zapatero trata de tapar, sin ajustarte a la Constitución, el agujero de la financiación autonómica. Ojala lo fuera. Las subastas tienen su fin. En un momento dado, ya nadie puja y eso establece el precio de lo subastado; pero, instalados en el Estado de bienestar y sin coto que limite el gasto público, ¿dónde puede llegar la demanda de las Autonomías? Según el líder del PP, de lo que se trata es de repartir los recursos existentes; pero, al margen de Navarra y el País Vasco - territorios constitucionalmente diferenciados -, ¿son iguales los quince restantes? Podrían serlo, o parecerlo, con un presidente fuerte en escaños y criterios; pero, en lo uno y en lo otro, estamos ante un personaje de ficción. Como Virgilio en La divina comedia.

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