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Sarkozy desentierra el escándalo de los monjes asesinados en Argelia

Sarkozy desentierra el escándalo de los monjes asesinados en Argelia

La determinación de las familias de siete monjes cistercienses, asesinados en Argelia, está consiguiendo vencer tenebrosos misterios y secretos de Estado en los que se culpaba de la matanza al Grupo Islámico Armado (GIA) para «maquillar» un «error dramático» del Ejército argelino.

La noche del 26 al 27 de marzo de 1996 fueron secuestrados siete monjes cistercienses, a unos 60 kilómetros de Argel. Pocos días más tarde, se descubrieron las cabezas de los monjes cistercienses. Habían sido decapitados. Argel y París culparon al unísono al GIA, con quien el Ejército argelino sostenía, por aquellos años, una sangrienta guerra civil que se cobró unos 100.000 muertos.

Las familias de los mártires cistercienses y su jerarquía religiosa tuvieron sus dudas desde el primer día: nunca aparecieron los cuerpos de los monjes cistercienses. El poder político supremo, encarnado por el presidente Jacques Chirac, frenó y enterró el caso, hasta que en 2004 las familias de los monjes consiguieron que un juez pudiese indagar. Cinco años después, un testigo ha hecho declaraciones explosivas ante el juez instructor.

«Víctimas de un montaje»

Según el general jubilado François Buchwalter, consejero militar en la embajada de Francia en 1996, los verdaderos asesinos habrían sido militares argelinos, que acribillaron a tiros, desde un helicóptero, a los siete monjes.

El general sostiene que los monjes del monasterio de Tibérine habrían sido víctimas de un «montaje» destinado a «convencer» de la gravedad de la amenaza terrorista.

Según esa versión, los cistercienses fueron secuestrados con el fin de ser liberados «más tarde». Pero los tripulantes de dos helicópteros los habrían «confundido», amordazados y ocultos en una gruta montañosa, y los habrían acribillado a tiros «por error». Buchwalter obtuvo esa información del hermano del comandante de uno de los helicópteros que protagonizaron la matanza, antiguo compañero de armas en la escuela militar de Saint-Cyr.

Pidiendo que la justicia «arroje toda la luz» sobre la matanza de los monjes, el presidente Sarkozy corre el riesgo de un enfrentamiento diplomático con Argelia, y puede facilitar revelaciones sobre secretos de Estado del presidente Jacques Chirac.

La prensa oficial y oficiosa ha insistido en Argel en el riesgo de una crisis diplomática. Los hombres de Sarkozy insisten en que la matanza fue «enterrada» por Chirac, hace más de una década, mientras que su primer ministro de la época, Alain Juppé, y su ministro de Asuntos Exteriores, Hervé de Charette, callan o intentan «diluir» responsabilidades.

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