China teme una explosión en su «depósito de combustible»
Enclavada a unos 4.000 kilómetros de Pekín, la convulsa región musulmana de Xinjiang, sacudida esta semana por los violentos disturbios interétnicos de Urumqi, es de vital importancia geoestratégica. No sólo ocupa una sexta parte del gigante asiático y tiene fronteras con Mongolia, Rusia, Afganistán, ... Pakistán, India y varias repúblicas ex soviéticas de Asia Central, además cuenta con las mayores reservas de petróleo, gas natural y minerales.
El régimen de Pekín la considera una de las joyas de su corona junto al Tíbet, otra conflictiva zona rica en recursos naturales que también aspira a la independencia. Sin embargo, las ansias soberanistas de ambas regiones se ven frenadas por los intereses del coloso oriental, que necesita sus recursos para alimentar su crecimiento económico.
El 20 por ciento del petróleo producido en China procede de Xinjiang, donde se localiza un cuarto de sus reservas y dos quintos de sus yacimientos de carbón. Este año, la producción de petróleo alcanzará los 28 millones de toneladas, lo que convierte a Xinjiang en la segunda zona productora del país tras Daqing, en la provincia de Heilongjiang. En toda la región, se calcula que las reservas llegan a los 21.000 millones de toneladas, puesto que ya se han encontrado 3.900 millones de toneladas de crudo.
Por su parte, la producción de gas natural asciende a 24.000 millones de metros cúbicos; sus reservas estimadas son de 10,8 billones y las confirmadas de 1,4 billones.
Abierto en octubre de 2004, el gasoducto oeste-este recorre 4.000 kilómetros desde Lunnan hasta Shangai, y transporta 12.500 millones de metros cúbicos al año, conectando los campos de la cuenca de Tarim con la «fábrica global». Las factorías situadas en las provincias industriales de la costa, como Jiangsu y Zhejiang, pueden dejar de depender tanto del carbón, que sigue generando el 75 por ciento de la electricidad consumida en China.
Un segundo gasoducto
A principios de 2009, comenzó la construcción de un segundo gasoducto, paralelo al anterior hasta la provincia de Gansu, que luego bajará al sur hasta las fábricas de Guangdong, con un recorrido de 9.000 kilómetros. Tendrá capacidad para trasladar 30.000 millones de metros cúbicos al año. Además, conectará con el gasoducto, todavía en obras, que comienza en Turkmenistán y atraviesa Uzbekistán y Kazajstán antes de llegar hasta China. Si no vuelve a estallar el polvorín de Xinjiang, la región seguirá siendo el depósito del combustible para la «fábrica global».
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