¿Y qué hacemos ahora?

El electrizante ambiente previo era el de las grandes veladas. Se palpaba la emoción. Y nadie se vio defraudado tras una noche de antología. Domingo en líneas generales provoca enorme admiración vocal y escénicamente, más si tenemos en cuenta su edad. Sin dejar de asombrar el primer acto tuvo sus más y sus menos. Metha (qué oficio) se las vio y las deseó para seguirle. El segundo, de línea de canto más agradecida, resulto de belleza conmovedora, luciendo ese timbre único. Estuvo acompañado por una maravillosa Westbroek como Seglinde. Qué Wotan va poco a poco perfilando Uusitalo. Va a ser uno de los grandes, como también lo va a ser Jennifer Wilson y su hoy referencial Brunnilda. Un Salminen en su habitual grado de excelsitud y una Fricka de Nilsson de menos a más completaron un plantel de ensueño.

Metha y su orquesta, la niña de sus ojos, lograron una pieza maestra. Intimidad y acusada carga romántica en el primer acto, intensidad y fluidez en el resto. Puede decirse que la apuesta de la Fura para la Valquiria es en cierto modo más contenida que en el resto de jornadas. Icónica ya la imagen del lobo al ritmo de la música que abre la partitura y la espectacular cabalgata. Después, claro, la locura.