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Zapatero y su política de D. Tancredo

Más sombras que luces sobre el nuevo fondo de rescate bancario aprobado el pasado viernes en Consejo de Ministros. Al final, los 9.000 millones de euros (ampliables hasta 99.000 millones) de capital inicial con los que se dotará el FROB para ayudar financieramente a la entidades que lo soliciten y/o necesiten, se ha quedado en tan sólo un brindis al sol, como el menor de los problemas a debatir. No obstante, este dinero para recapitalizar será aportado en tres cuartas partes por fondos públicos y una cuarta parte por los Fondos de Garantías de Depósitos (FGD). Además, durante este año este instrumento tendrá sólo capacidad de endeudarse hasta 27.000 millones. Hasta aquí algunas novedades, pero pocas, sobre lo que ya había trascendido anteriormente.

Ahora bien, se abre la posibilidad para que este fondo de ayuda sea utilizado incluso para financiar fusiones, sean entidades solventes y sanas o no. ¿La consecuencia primera? Que con el decreto en la mano se entiende que será realmente difícil asistir a fusiones en las que no opine hasta el apuntador, si bien el plan del Ejecutivo pasaba en un primer momento por eliminar las competencias de las comunidades autónomas en materia de fusiones, a través de su derecho a veto. Precisamente el «quid» de la cuestión.

En origen, el Gobierno pretendía que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) dependiera del Banco de España, a petición del propio regulador, frente a las propuestas de otros partidos políticos, sobre todo del PP, que apostaban más porque hubiera también un control político de su actuación, a través de los gobiernos autonómicos.

Fórmula intermedia

Pero ni unos ni otros se han llevado el gato al agua. El Gobierno se ha dado toda la prisa que le ha permitido su ingenio para encontrar una fórmula intermedia, para contentar a todas las partes, si bien no tiene por qué ser la correcta. La propuesta final está entre las exigencias de las comunidades autónomas y las del Banco de España que habían bloqueado en los últimos días el anuncio definitivo del FROB, por el tira y afloja del derecho a veto, que había sublevado a más de un presidente autonómico (¿Griñán, Montilla?) interesado en la puesta en marcha a corto-medio plazo de fusiones en su «corralito», como pueden ser los casos de Andalucía, Cataluña o Castilla-León.

La fórmula, pues, permite a las autonomías tener la iniciativa para promover las fusiones de aquellas entidades -obviamente, cajas de ahorros- con problemas, mientras que el Banco de España contará con derecho a veto, ya que tendrá que dar el visto bueno al plan de viabilidad de la operación. En caso de no darlo, el gobernador, Fernández Ordóñez, sí tendrá capacidad para imponer fusiones interregionales o directamente intervenir las entidades.

En cualquier caso, las entidades financieras que finalmente opten al reforzamiento de recursos propios con apoyo del FROB «tendrán que presentar al Banco de España un plan que prevea procesos de integración que comporten una mejora de su eficiencia y perspectivas futuras», rezaba el borrador del decreto que Economía trasladó el pasado miércoles a los grupos parlamentarios, que luego posteriormente aprobó el viernes, con algunos cambios «made in Zapatero». En dicho plan de viabilidad, las entidades deben detallar las previsiones de reducción de capacidad y de costes, sinergias, beneficio y, por supuesto, cuánto dinero van a necesitar del FROB para acometer la reestructuración.

¿Conclusión? Uno, no se cambian las tornas de quién es quien «veta», puesto que las comunidades autónomas siguen teniendo ese derecho. Con una salvedad: cuando el Banco de España interviene una entidad y entra en vigor la ley de disciplina e intervención bancaria. Y, dos, que una vez más el Gobierno de Zapatero se aparta de la responsabilidad de la instrumentación del FROB, tal y como ha ocurrido con otros grandes asuntos -diálogo social-, y pasa la patata caliente a otros, en este caso, a comunidades autónomas y, en última instancia, al Banco de España. Que el propio mercado actúe y se arregle por sí solo, y después, ya entra el Ejecutivo en escena con todo resuelto. El Gobierno como Don Tancredo...

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