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El gran embustero

TRAS cinco años de observación y experiencia serán pocos los españoles, incluso los socialistas devotos, que no hayan advertido el escaso compromiso que José Luis Rodríguez Zapatero tiene con la verdad. El líder está instalado en el menudeo de la mentira; pero, asumiéndolo, es injusto decirle mentiroso. Su habilidad en la maña mistificadora es de tal dimensión y mérito que le ha convertido en un virtuoso del género. Es, cuando menos, un gran embustero y, dada la aceptación popular del personaje, ello no le produce deterioro ni merma a su potencialidad de futuro.

Ayer, en la sesión semanal en que el Gobierno y la Oposición tanto se esfuerzan por aparentar que estamos en una democracia, el líder socialista se superó a sí mismo y, animado por las circunstancias, se mostró sandunguero y magistral en el arte del disimulo y la práctica del escaqueo. Cuando Mariano Rajoy quiso afearle el uso de un Falcon de la Fuerza Aérea que, en su acostumbrada confusión totalitaria entre Estado, Gobierno y partido, el secretario general del PSOE acaba de utilizar en usurpación de las prerrogativas del presidente del Gobierno, el vallisoletano de León dio un pase por alto que constará en los anales de la lidia política.

Dijo Zapatero sacando pecho, mostrándose altivo y sintiéndose respetable que no quiere hablar sobre el uso de los aviones del Ejército «por respeto a los ex presidentes y a los futuros presidentes». Grandioso. El desparpajo ha sustituido a la elocuencia en la Carrera de San Jerónimo; pero así, cuando cursa con desfachatez, le quita a la Cámara grandeza y dignidad y la convierte en catedral del espectáculo, en un circo máximo en que vuelan las sardinas y bucean los conejos. La maña, incluso en la perversión, merece aplauso.

Un personaje que no es capaz de respetar ni a quienes le votan y convierte en vicepresidente a quien lo es, por «legal» que resulte, de subvencionar a una empresa gestionada por una hija suya manifiesta ahora deferencia por sus predecesores. ¿Habrá dejado de ser la saña contra José María Aznar su más acostumbrada y eficaz herramienta política? ¿Estará dispuesto a reconocerle mérito y autoridad a Felipe González? Quien ha sido capaz de convertir en ideología el renacimiento del odio entre españoles, ¡la memoria histórica!, habla ahora de respeto e incluye en él a los futuros vecinos de La Moncloa. ¿En quién estará pensando?

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