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Un presidente con prospecto

ASEGURABA el maestro Indro Montanelli, modelo de independencia y libertad periodísticas, que sólo existe un método eficaz para acabar con la izquierda política: «Aupándola hasta el poder, donde fracasará estrepitosamente». El procedimiento demostró su eficacia en buena parte de los países de la UE. Especialmente en Italia, donde quedaron tan hartos de izquierda que del comunismo de Enrico Berlinguer y el socialismo de Bettino Craxi no quedan ya ni rescoldos. Los italianos llegaron a la heroica decisión de votar a Silvio Berlusconi con tal de erradicar la mera hipótesis de un poder zurdo.

El método Montanelli no funcionó en España. Cuando Felipe González llegó a La Moncloa se hizo de derechas y ahí están, para demostrarlo, los frutos de Miguel Boyer en Hacienda, la única normativa liberal que se nos ha dado, aunque cortita, al amparo de la Constitución vigente. Fueron la corrupción, el crimen de Estado y una crisis galopante lo que acabó con aquel trecenario felipista. Ahora, José Luis Rodríguez Zapatero no ha seguido el método González de perpetuación en el poder. Ha radicalizado insensatamente el izquierdismo del PSOE, pero no fracasa.

Una derecha acomplejada, escasa en sus valores tradicionales, alérgica a lo liberal, orgullosa de su sentido social y tan partidaria del Estado de bienestar como cualquier izquierda europea, el PP, le hace las cosas fáciles a Zapatero. Además, el presidente del Gobierno ha encontrado un método operativo de gran eficacia y amplio espectro de convicción: el prospecto. Cuando se siente acorralado aprovecha la oportunidad para, sin buscar la adecuación del escenario, emitir alguna ocurrencia temeraria. Lo mismo puede anunciar el regalo de un ordenador para los alumnos de quinto de primaria, algo que no está en su mano, que entrometerse en el escándalo de los distribuidores de automóviles y disponer del Presupuesto de las Autonomías.

Del mismo modo que los prospectos que acompañan a las medicinas están redactados con un tono y en un lenguaje que nos obliga a tomar en serio hasta los excipientes más mínimos, el prospecto que Zapatero hace circular después de cada una de sus frecuentes paridas, al tiempo que le sirve de fe de erratas, le presta apariencias de prócer sesudo y le ayuda a seguir en el machito. Fracasa en el poder, como asegura la fórmula de Montanelli, pero no se cae. Tiene todas las características de un tentetieso.

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