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Nuestro Houdini

SI la primera parte del debate sobre el Estado de la Nación la ganó, según las encuestas, Zapatero, la segunda la ganaron todos, lo que significa que no la ganó realmente nadie. Eso es hoy la política española: un batiburrillo. O, mejor, un mercadillo donde hay de todo, casual, barato y sin la menor garantía. Aquellas grandes propuestas del presidente de hace una semana -eliminar la deducción por compra de vivienda, rebaja de impuestos para las pequeñas empresas, dos mil euros por comprar un coche nuevo, un ordenador para cada escolar- se han quedado en vagas referencias a la hora de concretarse, cuando no desaparecen por completo. Como ocurre, por cierto, a cuanto hace y dice Zapatero.

Pero ha conseguido de nuevo escapar de las trampas que no sólo sus rivales, sino también él mismo se había tendido. Este hombre es un Houdini a la hora de escabullirse de las situaciones más complicadas. Lo que no ha conseguido es desactivar la crisis, que es lo que realmente nos interesa a los españoles, mientras a él sólo le interesa sobrevivir, no importa el precio, que a fin de cuentas, no tendrá que pagar. Es así como, de promesa en promesa, de rectificación en rectificación, de mentira en mentira, va trampeando -nunca mejor usada la palabra- para ir tirando, sin que la situación mejore, las empresas obtengan créditos ni el número de parados deje de crecer. Lo más que puede ofrecernos es que «ya no crece tanto», que, poniéndose poético, llama «brotes verdes». Y es que no sabe ya qué inventar. A estas alturas, tiene que apoyarse en los grupúsculos de la cámara, en esos nacionalistas de segunda y comunistas de primera que pululan por el Congreso como asteroides, en espera de un astro mayor que los atrape con sus promesas. Que se anden con cuidado con las de Zapatero, que ha engañado a personajes de mucho más peso que ellos. Pero al menos han tenido su día de protagonismo, tras tantos años de no pintar nada.

Y ahora, ¿qué?, preguntarán ustedes. Pues ahora, más de lo mismo. Un gobierno preocupado sólo de sobrevivir; un PP creyendo que le basta con denunciar la política gubernamental para ganar; un PNV más cabreado que nunca; una CiU lista a aprovechar la menor oportunidad para recuperar la Generalitat. Sin que nos movamos del sitio.

Bueno, la crisis sí que se mueve, profundizándose, metastasizándose en el organismo social y productivo. Nunca se había agitado tanto la política española, nunca se habían gastado tantas energías, nunca se habían hecho tantas propuestas, nunca se habían construido alianzas tan estrafalarias, para avanzar tan poco. Habrá que empezar a pensar en medidas radicales. ¿Qué les parecería Guardiola como presidente del Gobierno? Si aceptase, claro. Y si le dejan.

No es una broma. Es lo negro que lo veo.

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