Hazte premium Hazte premium

Madrid tenía razón

De un tiempo a esta parte tengo la impresión de que está cambiando algo la percepción social de la prostitución. Cada vez ocupa más espacio en los medios de comunicación la violencia y las condiciones de esclavitud que sufren las mujeres prostituidas. Y, cada vez, se oyen más voces denunciando una realidad que debería avergonzarnos a todos.

Durante mucho tiempo en nuestra sociedad ha predominado una actitud complaciente y permisiva, por no decir cínica e hipócrita. En la Europa del siglo XXI, son muchos los que todavía defienden que se trata de un trabajo más. Una posición fácil cuando se trata de personas desconocidas. Habría que comprobar esta opinión si la «trabajadora» en cuestión fuese un familiar.

Estamos demasiado acostumbrados a mirar hacia otro lado. La inmensa mayoría de las mujeres prostituidas sufren una situación de marginalidad y desarraigo social que les hace invisibles. Eso sí, muchos reaccionan cuando se produce en su propia calle. Y es que la prostitución es una verdad incómoda en nuestra sociedad.

Así, lo pude comprobar cuando en 2004 pusimos en marcha el Plan Municipal Contra la Explotación Sexual desde el Ayuntamiento de Madrid. Se decían entonces, por primera vez, verdades que causaron una gran polémica pero que poco a poco están calando en la opinión pública.

Este cambio no está siendo fácil ni rápido pero está siendo posible porque aquel Plan que impulsó Madrid se basaba en un planteamiento sólido.

Ante todo, teníamos razón cuando afirmamos que la prostitución atentaba contra la dignidad de la persona. Pues es una forma de explotación inhumana y degradante, cuya legalización atentaría contra derechos fundamentales. Una conclusión, por cierto, a la que también llegó la Comisión en el Congreso.

Teníamos razón cuando defendimos que la prostitución es una forma de esclavitud. Como muchos reportajes en televisión y prensa escrita están poniendo de manifiesto, las mujeres son retenidas contra su voluntad, ellas y sus familias sufren amenazas y son coaccionadas mediante todo tipo de métodos, como palizas o violaciones en grupo.

También teníamos razón cuando sostuvimos que la prostitución era una forma de violencia de género. A nadie se le escapa que las víctimas de prostitución y tráfico de personas son mujeres y que los mal llamados «clientes» son hombres.

Por tanto, el rechazo social de esta práctica debe ir paralelo a nuestra condena de la violencia de género en el ámbito doméstico. Para concluir, también teníamos razón cuando lanzamos el mensaje de que el cliente era cómplice y tenía una responsabilidad en la explotación sexual de cientos de miles de mujeres.

Así, lo han entendido también iniciativas de otros ayuntamientos que han realizado campañas de concienciación dirigidas al «cliente».

En definitiva, la nueva actitud de la sociedad ante la prostitución pasa por los planteamientos en los que Madrid fue pionero.

Segunda Teniente

de Alcalde

Ayto. de Madrid

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación