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Alarma en Moncloa al descarrilar el Metro

«Nos sacaron del vagón corriendo, en plan de alarma, había gran cantidad de humo. He pasado mucho miedo». Estas eran las palabras de una de las jóvenes estudiantes afectadas ayer por el descarrilamiento del Metro. A las 9.38 de la mañana el convoy de la línea 6 que hacía su entrada en la estación de Moncloa descarriló y fue a chocar contra la pared del túnel, desplazando a unos 200 viajeros. Pero la repercusión afectó a miles de usuarios y seis estaciones todo el día.

El tren se quedó parado con el primer vagón ya en el andén. Fue un golpe «importante», según el consejero de Transportes, José Ignacio Echeverría, que acudió al lugar. Hasta allí se desplazaron los bomberos y el Samur. Hubo cinco personas afectadas, ninguna de gravedad: contusiones y crisis de ansiedad.

El tren quedó abollado y ladeado, mientras el muro se desprendió y con ello, piedras y materiales. Los viajeros, ilesos aunque nerviosos, salieron fácilmente, ya que era un tren de los nuevos, los denominados «orugas» -porque son diáfanos-. Por ello, llegaron hasta el andén por la cabecera del vehículo.

Los técnicos, junto con los bomberos, trataron durante varias horas de averiguar «in situ» los motivos que habían llevado al convoy a salirse de la vía. La principal hipótesis que se maneja redunda en la existencia de un cambio de agujas que podía haber propiciado el accidente, aunque en realidad, no se sabía si el motivo del siniestro se debía a la instalación o al tren. El director gerente de Metro, Ildefonso de Matías, descartó como causa el factor humano, puesto que el tren entraba en la estación en modo de conducción automática.

Desde los sindicatos se aludió a la caída de un trozo de muro sobre el convoy. La velocidad fue otro de los puntos clave -algunos testigos indicaron que «iba muy rápido»-, pero se desechó: no debía de ir a más de 30 kilómetros por hora.

En Moncloa y Ciudad Universitaria, todo era confusión por falta de información: «Yo iba en el Metro siguiente -decía otra testigo- y olía mucho a humo». Un vigilante impedía el acceso a las instalaciones y un técnico, al preguntarle por las causas, se limitó a contestar: «Una avería».

La EMT estableció una flota especial desde Metropolitano a Puerta del Ángel.

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