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Ciencias de la corrupción

EN un país en el que sanguinarios terroristas reciben considerables facilidades para sacarse títulos universitarios en la cárcel no ha de resultar demasiado extraño que un conspicuo corrupto acuda a la Universidad como invitado de un curso sobre latrocinio institucional. Nadie más indicado que Julián Muñoz para ilustrar una lección de cleptocracia. En esto debe de consistir el famoso Espacio de Bolonia, que prima, dicen, el aprendizaje práctico; cuando acabe la sesión, al ex alcalde de Marbella lo deberían investir doctor honoris causa. Y ponerle con mucha prosapia el birrete y la beca encima del uniforme de presidiario.

En España siempre han tenido mucho predicamento cultural los delincuentes. La picaresca es el género que inventa la novela moderna, y ya dejó escrito Andr_ Gide que con buenas costumbres no se hace buena literatura. Muñoz quizá no alcance a dar el tipo de un antihéroe, porque le falta cierta profundidad existencial, pero de la asignatura de corrupción -que ya son ganas de modernizar la programación académica- tiene más experiencia que muchos otros profesores de las suyas. En el nuevo diseño curricular, sus años de mangancia equivalen por lo menos a una licenciatura de gramática parda. El único reparo que cabe formular a la Universidad que lo ha invitado consiste en que lo ha incluido en un curso de Periodismo; tendrían que llevarlo a clase de Economía o Empresariales, para que explique el arte de obtener plusvalías mediante recalificaciones. Al fin y al cabo, el futuro universitario va a estar en la especialización del conocimiento, y ya que de investigación científica andamos regular bien se podría avanzar por las áreas de mayor raigambre autóctona.

También es una lástima que la lección magistral vaya a impartirse en Madrid. Aprovechando que se trata de un curso de verano los alumnos podrían tener la oportunidad de recorrer los escenarios más luminosos de la corrupción costera sin abandonar el tradicional ambiente lúdico-festivo propio de las universidades estivales. Marbella, desde luego, con visita al búnker de la Gerencia de Urbanismo y a la concurrida prisión vecina de Alhaurín de la Torre; Alcaucín, Benalmádena, Baleares, la costa valenciano-alicantina, Canarias... he ahí un interesante itinerario para organizar todo un máster de posgrado en fenomenología del cohecho. Y con José Luis Roca de ponente estrella sobre ingeniería venal administrativa. Si es por catedráticos no han de faltar las más reputadas autoridades en la materia... aunque a alguna habría que sacarla previamente del trullo. Pero, como quedó dicho al principio, este detalle no debe representar una dificultad en un sistema penitenciario tan obsequioso con los asesinos etarras que raro será que no acabemos viendo a alguno explicar en sede académica Ciencias del Exterminio.

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