Lunes, 27-04-09
POR M. MOREIRA
VALENCIA. «Harmattan» nació, como tantas otras novelas, a raíz de un cuento que parecía no acabarse nunca. Su autora, catedrática de Matemáticas de la UPV, se cargó de disciplina y paciencia durante dos años con el fin de acometer la escritura de esta opera prima, que finalmente le ha valido el X Premio Unicaja de Novela.
-Es poco frecuente encontrar a una científica cautivada por las musas de la literatura.
-Es poco frecuente en narrativa, pero no en poesía, porque a los científicos les gusta la síntesis, y en un poema se tiene que concentrar un gran pensamiento en muy poco espacio. Hay muchos matemáticos con una segunda vida, pero ésta suele ser la música.
-Sitúa la novela en el desierto del Sahara, en la mente de una mujer de Beirut que ha de adaptarse a las condiciones de vida y costumbres africanas. ¿Cómo surge la idea embrionaria de la historia?
-Quería contar lo que ocurre cuando una mujer tiene que compartir con otra a un hombre (en este caso a un tuareg completamente seductor), y éste, por su condición nómada, se va y las deja solas. Tenía que situar la novela en un lugar muy remoto de la Tierra, donde ellas no tuvieran posibilidad de irse y se vieran obligadas a convivir.
-¿Qué grado de conocimiento tiene de los lugares en los que transcurre la novela?
-Mi grado de conocimiento de Beirut es ninguno, y he estado en el sur de Marruecos y en Egipto, pero de forma insuficiente. Mis fuentes son la imaginación y mucha documentación, especialmente las fotografías. A través de ellas he conocido sus costumbres, gastronomía, forma de vestir, etcétera. Todo lo que cuento es verosímil pero me lo he inventado.
-La novela está trufada de simbolismos, como el del índigo blanco o los pájaros ¿Qué ha querido transmitir con ellos?
-Los pájaros son el nexo de unión de la protagonista con Beirut. Las cigüeñas (el Sáhara está lleno de ellas) son aves migratorias, y los halcones máquinas de cazar. El índigo blanco, que tiñe los tejidos de azul cuando entra en contacto con el oxígeno, es una alegoría de los dos planos en los que se desarrolla la novela: el de los que miran los hechos externamente y el de los protagonistas.
-¿Somos demasiado prepotentes en Occidente por criticar sin fisuras la poligamia?
-Para formar mi opinión sobre este tema, me atengo al testimonio de mujeres musulmanas que viven en la poligamia. Hay algunos que no me convencen en absoluto, pero dos de ellos sí lo hacen. En los países donde el islamismo es muy rígido, las mujeres sienten una gran soledad, porque no pueden salir de casa y viven con suegras, personas mayores o niños. El hecho de tener una mujer de su misma edad supone una gran compañía para ellas. Es su segundo yo. Por otra parte, hay hombres cuyas necesidades sexuales son extraordinarias, necesitan mantener relaciones dos o tres veces al día, y para una mujer sola esto es un verdadero suplicio, porque no tiene posibilidad de decir no. Poder distribuir la tarea entre varias mujeres es una bendición para ellas. Existe además otro tipo de relaciones sexuales en el mundo árabe en las que no he entrado, y es la relación sexual entre mujeres del mismo harén. No es cuestión de que sean depravadas o lesbianas, sino, de nuevo, de que se sienten solas.

Enviar a:

¿qué es esto?


Más noticias sobre...