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Enrique Roche: «Bernat Soria y sus investigadores estarían expedientados en EE.UU.»

Enrique Roche: «Bernat Soria y sus investigadores estarían expedientados en EE.UU.»

-¿Tan mal lo hace para que el ex ministro Soria diera al grupo sevillano de Franz Martín 50.000 euros y a usted nada?

-Me llegué a plantear que no sabía investigar. El grupo del doctor Martín ha publicado sobre el tema hasta hace unos días con la firma coautora del propio ministro Bernat Soria, sin que éste, sorprendentemente, le hiciera ascos. Nosotros colaboramos con este grupo hasta que se fue de Alicante. Entonces trabajamos por nuestra cuenta, y al intentar reproducir los resultados que publicaba con células madre comprobamos que era imposible: estábamos ante un fraude científico. Si esto fuera Alemania o EE.UU. se habría comprobado por laboratorios independientes y extranjeros, que es lo que yo pido, y probablemente Soria y su equipo de Sevilla estarían expedientados; pero como esto es España, un país de peineta y pandereta, pues quitan a ese señor de ministro, le dan otra cosa buena y con influencia, el grupo de Sevilla sigue subvencionado sin control mientras que a mi equipo no nos dan nada.

-Era colaborador de Soria en la Universidad Miguel Hernández. ¿Qué pasó?

-Que yo venía de una formación científica de mis anteriores maestros y los intereses de Bernat Soria eran políticos. Cuando traté de decirle que nuestros resultados contradecían a los del doctor Martín ni siquiera se molestó en verificar qué experimento estaba mal diseñado. Siempre le dio la razón a él hasta puntos insospechados. Y yo puedo admitir que a mí no me den ayudas porque no sé investigar, pero es inmoral que se dé a un grupo tal cantidad de dinero público si investiga mal.

-Asusta y cabrea. ¿Hay mucho estafador en el campo de la Ciencia?

-Son los menos. El caso de Soria ha sido muy sonado porque ha llegado a un puesto de relevancia vendiendo que sabía investigar. Lo que abunda son las manos negras: cuando mandaba mis proyectos al ministerio alguien veía mi nombre y los echaba para atrás sin valorar la idea. Por eso me volqué en la nutrición deportiva, me puse a dar clases y con el escaso dinero de las prácticas con alumnos saqué un proyecto que ha sido premiado. Fue el sabor agridulce del reconocer que sé investigar: ni abandonaré ese campo ni el de la diabetes, que tanto dolor me producía dejar tras 25 años.

-¿Cuál es la novedad de sus trabajos?

-En la diabetes tipo 2, la posibilidad de conocer las dianas moleculares de futuros fármacos, y sobre la tipo 1, la reprogramación de células mesenquimales del tejido graso del individuo para que produzcan insulina.

-Tantos años y un enfermo de sida sabe por qué lo está, pero un diabético no.

-Es que llamamos diabetes a un conjunto de enfermedades bastante complejo que culminan en una glucosa alta, pero las causas pueden ser múltiples. En el sida sabemos cuál es el agente causal, pero en la diabetes aún no.

-Es tal el negocio de las farmacéuticas con los diabéticos (medidores, tiras, agujas, insulinas...), que no interesa la curación. ¿Otra leyenda urbana?

-Sí. El tratamiento de la diabetes será personalizado. Unos se tratarán con insulina, otros con trasplantes, y la terapia celular puede ser otra alternativa. La industria ofertaría otros productos.

- Autotrasplantes de células en Chicago permiten a diabéticos vivir años sin inyectarse insulina, pero con terribles efectos por la quimio que necesitaron. Yo casi prefiero el pinchacito (y sé de lo que hablo).

-Claro. Estos logros no están exentos de efectos secundarios, y se estudia para eliminarlos, como se hizo con los de la insulina. Tendremos que trabajar muy duro, pero sin dinero será difícil.

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