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«El optimismo de mi música es una cuestión genética»

«El optimismo de mi música es una cuestión genética»

Cuatro años después de salir del estudio, Rosana publica hoy «A las buenas y a las malas» , su quinto trabajo original. Nuevo disco, conocidas sonrisas. Porque vuelven las melodías de la canaria, esas que, gracias a su voz, consiguen pintar una sonrisa, una esperanza. Una marca que ya ha hecho suya.

Sin embargo, hay algo que ha cambiado. «Cuando me puse a componer este disco, sentí que era un punto diferente a lo que antes había hecho», confiesa Rosana. «Hice tres canciones y vi que eran distintas; luego me di cuenta de que no eran sólo esas tres canciones».

El mensaje se ha transformado: por supuesto que las emociones, el amor, siguen palpitando al ritmo de la guitarra, pero los temas se sumergen en la realidad y, lo que es más importante, en la forma de articular esa realidad al gusto de cada cual.

Ahora bien, Rosana avisa: «no es un cambio; simplemente estaba en el monte y he llegado a la playa. Sigo en el mismo camino». Una senda que marca el propio título. Trece canciones que se mueven entre la rotundidad de «Se fue» y la fiesta de «Con viento a favor»; entre la desnudez musical de «Demasiado» y las ganas de bailar de «Tú eres mi suerte».

Aunque la tristeza no es lo suyo, y la esperanza aflora incluso en los cortes más directos y melancólicos como «Para nada», donde da rienda suelta a los más pesimistas para luego levantarles el ánimo. «Estoy convencida de que lo mío es una cuestión genética, no lo puedo evitar», dice entre carcajadas. Porque también de eso habla el título, «de estar ahí apoyando a los amigos en los buenos momentos, cuando es obvio, pero también en los malos». Una actitud que Rosana demuestra en cada mirada y en cada gesto cómplice que dedica.

Más que un disco nuevo

La cantautora vuelve a componer y producir todo el disco, para no dejar nada al azar en el resultado final. «Desde que empecé a escribir las canciones, tenía muy claro hasta la portada», señala Rosana. Pero no es egoísmo: «Me resulta mucho más fácil decirles a los músicos lo que quiero que llamar a un productor y explicárselo».

Rosana confiesa ser muy visceral «para casi todo». Por eso los temas le gustan desnudos, sin maquillaje, que transmitan su corazón. «Que manden las canciones». Esa es la razón por la que este trabajo es «más que un disco nuevo. Se grabó casi en directo, para que no fuera tan correcto, sino que tuviera ese punto de imperfección». Y el resultado es un sonido natural, que acaricia el oído desde el otro lado del altavoz como si la voz de la canaria estuviera a unos centímetros de distancia.

Pero se equivoca quien piense que los temas de Rosana son estáticos. Al contrario, mutan en cada concierto. Juega con sus canciones, las transforma, para así transmitir sentimientos diferentes en situaciones desiguales. «Hacemos tres tipos de shows: uno ‘como en casa’, sólo con mi voz y mi guitarra; otro con banda pero en acústico; y otro a lo grande, más eléctrico, para divertir a la gente». Una versatilidad que demostrará a partir del próximo 6 de junio en Calasparra, Murcia, cuando dé comienzo su gira.

«Necesito el contacto con los fans»

La culpa del éxito de un artista la tienen siempre sus seguidores. Por eso Rosana no se cansa de agradecerles su actitud acercándose a ellos. «A lo mejor es por nacer en una familia numerosa (somos ocho hermanos), pero necesito el contacto con la gente». Y admite detestar las «burbujas» en las que viven algunas estrellas. «Si tuviera que cambiar algo de mi vida por la fama, dejaría la música a nivel profesional», señala con rotundidad.

Esa necesidad se manifiesta en la cercanía con que habla, con que sonríe. Y, claro está, en los encuentros con los fans. «Yo no sé qué gente se lleva mi música a su vida hasta la firma de discos o los conciertos», dice Rosana. Es en esos momentos cuando más le gusta su profesión. Momentos que ya han marcado incluso su vida: «Mira, yo antes cuando terminaba una canción pensaba en la cara que pondría algún amigo o familiar cuando se la enseñase. Ahora a veces pienso en la cara de algunos de mis seguidores».

Después de trece años en lo más alto del panorama musical, y tras más de seis millones de discos vendidos (y lo que le queda con «A las buenas y a las malas»), la fama no ha conseguido cambiar un ápice la personalidad de Rosana. «Intento ser coherente y no engañar a nadie: no llego a casa y me quito un personaje. Duermo muy tranquila», recalca la cantante.

Ahora, con este nuevo trabajo, se reafirma en sus principios y se lo toma todo, gracias a su experiencia, con más tranquilidad. Mantiene la perpetua sonrisa y regala abrazos. Quien los quiera recibir, que busque en el disco. Encontrará millones.

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