Zapatero opta por la «experiencia política» en el Gobierno para frenar la caída del PSOE
La cúpula del partido toma el Ejecutivo. Mantiene Cultura y Vivienda por ser «señas de identidad» del proyecto socialista
José Luis Rodríguez Zapatero puso ayer al mal tiempo buena cara para explicar por qué remodela ahora el Gobierno, después de resistirse durante semanas. Necesita un «cambio de ritmo ante la crisis»... y ante la peligrosa adversidad de las encuestas, reconocen fuentes socialistas. Ayer se deshizo de un tercio del gabinete: del vicepresidente Económico, Pedro Solbes; de Magdalena Alvarez, y de tres ministros «técnicos» (Cultura, César Antonio Molina; Sanidad, Bernat Soria; y Educación, Mercedes Cabrera). Y lo hizo para entregar las cuentas del Estado a Elena Salgado en un momento crítico. No le preocupa nombrarle vicepresidenta segunda cuando todos los análisis prevén malos datos en próximos meses, porque «aquí todos estamos para sudar la camiseta al máximo» y apechugar con la crítica.
Da más importancia al hecho de rodearse de la cúpula del partido: ya tenía a Alfredo Pérez Rubalcaba y a Carme Chacón, pero ambos muy mermados como arietes políticos porque ocupan carteras «de Estado». Suma al presidente, Manuel Chaves; al vicesecretario general, José Blanco; y a Trinidad Jiménez. Un gobierno «fuerte, activo y con experiencia política», dijo. Espera frenar la caída tras la derrota gallega, en vísperas de elecciones europeas.
A tal fin no sólo crea una Vicepresidencia tercera de Coordinación territorial a la medida de Chaves —desaparece el actual Ministerio de Administraciones Públicas y su área territorial lo llevará Gaspar Zarrías y la Secretaría de Administraciones Públicas dependerá de la vicepresidenta De la Vega—. También entrega Fomento a Blanco y con ello despeja el futuro político de la secretaria de Organización, Leire Pajín, desdibujada como portavoz en la medida en que compartía con el ya ministro, cada lunes alternativamente, la voz del partido tras la Ejecutiva o la Permanente. Ahora el PSOE tendrá una voz: Leire Pajín.
El presidente del Gobierno modifica el organigrama que creó hace sólo un año para hacer alguna «rectificación» (sic): desaparece la Secretaría de Estado Universidades y se subsume en la Secretaría de Educación de un Ministerio que no por casualidad entrega al hasta hoy presidente de la Conferencia de Rectores, Ángel Gabilondo. Universidades fue adscrita al Ministerio de Ciencia y Tecnología con el argumento de que había que superar el tradicional desencuentro investigador entre empresa y Universidad. No se ha logrado, a decir de todos los sectores, y encima ha creado problemas con el voto joven y universitario, mayoritariamente socialista, a cuenta de la aplicación del Plan Bolonia.
La hora de Trinidad Jiménez
También, y aunque el presidente no llegó a calificarlo de rectificación, las Políticas Sociales vuelven a juntarse con Sanidad, en un nuevo ministerio para Trinidad Jimenez, mujer símbolo de la «Nueva Vía», la corriente que aupó a Zapatero a la Secretaría general del PSOE. Una política en estado puro para «vender» unas medidas sociales desdibujadas, a decir de muchos socialistas, en un macroministerio que dependía de Mercedes Cabrera.
Ese ejercicio de visibilización electoral, según dio a entender el propio jefe del Ejecutivo, es lo que le ha llevado a no reducir el resto de ministerios, en contra de lo que se especulaba en círculos del propio partido. Sólo desaparece Administraciones Públicas. Los otros catorce se mantienen. Algunos, como Cultura, porque forman parte de la marca España, de su idioma, ante el mundo, explicó José Luis Rodríguez Zapatero. Y su relevancia depende de que la nueva titular, Ángeles González-Sinde siga «sentada en la mesa del Consejo de Ministros». El mantenimiento de Vivienda, casi vaciado de competencias en favor de las autonomías; Igualdad e incluso Ciencia y Tecnología, ahora mermado competencialmente tras la vuelta de Universidades a Educación, lo justifica Zapatero en que son «señas de identidad» del proyecto socialista. Su relevancia y capacidad de interlocución está directamente relacionado con el rango, insistió. No le vale el argumento de la austeridad, dijo, porque en el Presupuesto 2009 ya hay un recorte de 1.500 millones.
Todas estas consideraciones las hizo ayer a partir de las 13.15, durante una comparecencia en La Moncloa después de informar al Rey de unos relevos que, como el resto de los españoles, el Monarca había leído mayormente en los periódicos del fin de semana. Las únicas novedades fueron Trinidad Jiménez, Ángel Gabilondo, y Ángeles González-Sinde. Y ese es el principal problema de este cambio de Gobierno. Que, sin factor sorpresa, nace desinflado, según reconocen incluso fuentes del propio PSOE.
La sombra de la filtración
Cariacontecido, a Zapatero no le quedó más remedio que aceptar resignadamente las revelaciones periodísticas iniciadas el pasado domingo con la información de ABC de que el ya ex presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, entraba en el nuevo Gobierno. El líder socialista estuvo incluso deportivo —ahora que la Secretaría de Estado pasa a depender directamente de él tras descartar el nuevo Ministerio de Deportes que anunció— y reconoció con ironía que los medios de comunicación le habían madrugado la crisis.
A pesar de que La Moncloa no oculta en privado su malestar, Rodríguez Zapatero exhibió su mejor sonrisa para elogiar el «buen trabajo periodístico», algo que tiene «partes buenas y partes más complicadas para el Gobierno». Todo le ha servido para constatar «que hay muy buenos periodistas en este país y que tenemos una clara vocación por la transparencia». El presidente apuntó a PSOE andaluz, sin citarlo, como origen de la filtración porque relevar a Chaves en la Presidencia de la Junta autonómica implica conocimiento previo de muchos.
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