Arteaga saca partido a la ventaja numérica
Dicen los puristas del fútbol que los partidos y las temporadas quedan condicionados por los pequeños detalles. Precisamente, que echen al portero rival no se puede entender como algo mínimo, pero ese detalle fue el que cambió la suerte del enfrentamiento entre el Córdoba y ... el Huesca.
Ni que decir tiene que como la historia queda reflejada por los vencedores, en el seno blanquiverde nadie prestará atención al hecho de haber estado 46 minutos con un jugador más y sí al botín de los tres puntos. Hoy todo son motivos para la felicidad, como el hecho de volver a ganar en casa o de que el Córdoba está a cuatro victorias y poco de mantener la categoría. Incluso, puede alimentar esa felicidad la circunstancia de que Aurelio es el fichaje tapado para el tramo final de la competición. Sin embargo, tampoco se puede ocultar que el Córdoba vivió muchos minutos atrapado por su necesidad de ganar, ésa que le cohibe históricamente.
De entrada, Luna Eslava ofreció una alineación sorprendente. Formó con Yordi y Asen en el ataque, mantuvo a Endika en el centro del campo y se «limpió» a Oberman para desplazar a Natalio a la derecha. Sin embargo, el que realmente paralizó los planes contrarios fue Antonio Calderón, entrenador del Huesca, quien estableció un sistema 4-1-4-1, que se le atravesó mucho a los blanquiverdes.
Sólo la puesta en escena fue un claro ejemplo. El Huesca trababa la salida del balón del Córdoba hasta el punto de que el recurso de Yordi se convirtió en la única vía y la única salida. Jugar sin presión se nota a estas alturas de la temporada y el Córdoba sufrió mucho. Rubén Castro, quien podría ser declarado un peligro público, se bastaba solito para generar muchos problemas dentro y fuera del área.
Por suerte, no estuvo demasiado fino a la hora de la definición. El canario, además, generó ocasiones para muchos de sus compañeros como Végar o Camacho, quienes se encontraron con una especie de ángel de la guarda llamado Raúl Navas.
Nervios en la grada
El Arcángel no era capaz de tapar sus nervios y ofreció un leve concierto de viento. Lejos de ayudar, la grada volvía a ponerse la camiseta del rival, rememorando los episodios del Rayo o la Real Sociedad. Carpintero y Endika se veían desbordados ante la red tupida por los azulgranas.
El capítulo ofensivo del Córdoba fue muy escaso hasta que llegó el momento clave del partido. Natalio, desaparecido en combate hasta el filo del descanso, encontró un canal de pase para que Arteaga rompiera a la defensa.
El sevillano se plantó ante Navarro para regatearlo y, cuando parecía que la faena llegaba a su momento cumbre, el meta tocó el esférico con la mano fuera del área. Amoedo sacó la roja y cambió el sino de la contienda. El Huesca se quedó con 10 y un portero que salía en frío: Miguel. Incluso, pudo quedarse congelado de haber marcado Álvarez el libre directo que estrelló en el travesaño.
Luna, viendo los espacios, optó por retirar a Yordi, quien no estará la próxima semana por ver la quinta amarilla, y darle sitio a Javi Flores. Ese cambio le dio mucho aire a los blanquiverdes desde el pistoletazo de salida de la segunda mitad. Además, era cuestión de probar cuanto antes al portero rival. Sin embargo, Miguel se defendió bien de las tentativas locales en las botas de Javi Flores y Natalio.
Con un dominio territorial mayor, la entrada de Katxorro era todo un manifiesto de intenciones, aunque Calderón también quiso mandar un mensaje a los suyos con la entrada del atacante Nico Medina. Los azulgrana lo entendieron parcialmente, porque sólo salieron en algún que otro contragolpe.
La realidad de la contienda iba encaminada hacia el asedio. El Córdoba, cada minuto que pasaba, jugaba más cerca de la portería rival. El gol era una cuestión de tiempo siempre que no cundiera la desesperación. Y así lo entendió Cristian Álvarez, que tras varias fases de ataque, encaró a Dorado, efectuó varios recortes y centró a la cabeza de Arteaga. El sevillano, en una clara demostración de que el tamaño no importa, hizo el gol de la aparente tranquilidad para el Córdoba. Por cierto, en la banda estaba Sorribas, preparado para salir y frenar el vendaval local.
Con la ventaja en el marcador, la siguiente misión era sostener el partido. Y lo hizo decorosamente. Tras un interminable descuento, el Córdoba acabó ganando su partido. Es decir, estará otra semana fuera de los puestos de descenso e incluso puede beneficiarse por algunos resultados que se produzcan esta tarde.
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