Eutanasia también para los sanos
La clínica suiza de la muerte Dignitas ha decidido ampliar el negocio a las personas sanas: un matrimonio canadiense —él, enfermo terminal; ella, sin patologías— será el próximo «trabajo» si los tribunales lo permiten
Ampliar el negocio a las personas sanas, que no padecen ninguna enfermedad terminal ni sufren dolores, es lo que se propone la clínica suiza Dignitas, especializada en el suicidio asistido.
El fundador del centro, Ludwig Minelli, ha anunciado su pretensión de atender la petición de ... una mujer canadiense que no padece ninguna enfermedad, pero que desea morir en el mismo momento en que lo haga su marido enfermo.
Minelli, un abogado en derechos humanos que en 1998 puso en marcha esta organización, está dispuesto a ir a los tribunales suizos para forzar la lectura de una legislación que únicamente prohíbe de modo expreso la eutanasia voluntaria.
«Hay una pareja que vive en Canadá, en la que el marido está enfermo y su mujer, que no lo está, nos ha dicho en esta sala de estar de mi casa: “Si mi esposo se va, yo también me iría al mismo tiempo que él”. Esto constituye un problema para nosotros y probablemente vamos ahora a ir a los tribunales para clarificar esta cuestión», ha declarado a la BBC.
«Maravillosa oportunidad»
Este anuncio por parte del responsable de Dignitas, que considera que el suicidio es una «maravillosa oportunidad» que no debe ser reservada sólo para gente con enfermedades terminales o graves discapacidades, ha provocado la condena generalizada tanto de organizaciones pro vida contrarias a cualquier forma de eutanasia como de las entidades que promueven el derecho a morir en penosas condiciones de vida.
Para las primeras, el paso que quiere dar Dignitas es la clara demostración de que aprobar leyes que aceptan el suicidio asistido o la eutanasia en determinados casos no hace más que abrir «la caja de Pandora de escenarios de pesadillas». «Una vez se abre la tapa del suicidio asistido, ya no se puede cerrar. Tendría enormes consecuencias para la grave situación de quienes tienen una enfermedad terminal, son muy mayores o sufren una enfermedad mental», señaló un portavoz de la organización pro vida británica Care Not Killing.
Para las entidades en favor de la eutanasia y de la ayuda al suicidio, como medio para lo que denominan una «muerte digna», las declaraciones de Minelli alabando la opción de acabar con la propia vida, en lugar de verlo como una dolorosa opción, no hace más que dañar la campaña que mantienen estas organizaciones.
Novecientos «pacientes»
Dignitas ya ha ayudado a morir a cerca de novecientas personas, cien de ellas procedentes del Reino Unido. Es la única clínica, de los cuatro centros de Suiza dedicados a este actividad, que extiende la permisiva legislación suiza también a los ciudadanos de otros países. En la actualidad, las autoridades helvéticas desean limitar la proliferación de este «turismo de la muerte».
La clínica Dignitas ha ido deslizándose por una pendiente cada vez más abierta al suidicio generalizado. Un estudio de la Clínica Universitaria de Zúrich, según «The Times», certificó que más de una quinta parte de las personas a las que la organización de Ludwig Minelli ha ayudado a morir no tenían una condición terminal.
Por ejemplo, en el año 2003 fallecieron en la polémica clínica de Zúrich Bob y Jenny Strokes, ambos en sus cincuenta años. Ninguno de los dos padecía una enfermedad que les fuera a deparar una próxima muerte segura, algo que no es requerido por la dirección de la clínica suiza. El marido era epiléptico y la mujer tenía esclerosis múltiple.
La clínica suiza también ha facilitado la muerte de personas con esquizofrenia y desórdenes bipolares. En este caso, los psiquiatras suizos se están negando a colaborar con Dignitas firmando certificados que reconocen esa situación mental de los pacientes, de forma que la polémica clínica ha anunciado que está dispuesta a proceder a suministrar las dosis letales a quien traiga el certificado de enfermedad mental avalado por un psiquiatra de su país de origen.
Aptitud mental y suicidio
«Estoy muy preocupado por lo que está haciendo Dignitas», ha manifestado una portavoz de la entidad británica Dignity in Dying, «porque aptitud mental es requisito esencial para una muerte asistida y somos absolutamente inamovibles en eso. Hay que dejar claro que asistir a morir a adultos sin enfermedades terminales es algo muy equivocado».
«He atentido a más de cinco mil personas que han intentado suicidarse», ha indicado Peter Byrne, de la dirección del Real Colegio de Psiquiatras británico, «y su estado de mente nunca está claro; apenas ninguno de ellos desea después haber efectuado el suicidio».
El caso del matrimonio canadiense que ahora quiere ponerse en manos de Minelli es un pacto de suicidio entre marido y mujer no extraño en Dignitas.
Casos recientes
Además de los Strokes antes referidos, el último caso publicado por la prensa fue a comienzos de marzo el de Peter y Penny Duff, de ochenta y setenta años, respectivamente. Ambos padecían cáncer terminal y fallecieron tras ingerir sendas dosis de barbitúricos.
También el pasado mes, los tribunales de Londres establecieron que, si bien ayudar al suicidio sigue estando penado con hasta catorce años de cárcel, la Justicia británica no tiene intención de perseguir a quienes asistan a otras personas en suicidios que ocurran en el extranjero.
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