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«El Coloso» no va desnudo

«El Coloso» no va desnudo

Una vez más nos detenemos ante «El Coloso» de Goya desde que en el mes de septiembre de 2001 dedicamos dos pequeños artículos alusivos a la polémica que se avecinaba sobre al autoría del cuadro, publicados en la sección Rinconete del Centro Virtual Cervantes del Instituto Cervantes. Después de tantos años el debate continúa abierto desde el propio Museo del Prado , institución responsable del cuidado y mimo de la obra. Desde la lejanía del mundo medieval al que me dedico me resulta sorprendente la polémica y juicio inquisitorial al que se está sometiendo el lienzo. ¿Cómo es posible aducir que el cuadro es demasiado fotogénico o que las técnicas fotográficas nos han presentado una imagen muy atractiva del mismo? ¿Dónde comienza y termina la seriedad del experto? Por encima de cualquier aspecto técnico puntual, la genialidad de un artista va mucho más allá de la propia ejecución material de su obra. Hoy nadie pone en duda el protagonismo del Maestro Mateo en la elaboración del célebre Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, tal como aparece en la “firma” inscrita en los dinteles del mismo, y a pesar de que el estudio minucioso de las esculturas revela claramente la intervención de diferentes escultores. Lo mismo podríamos decir respecto a Fidias y el Partenón, o sobre los desbordantes catálogos atribuidos a prolíficos artistas de la talla de Tiziano o Rubens entre muchos otros. ¿Es qué no participó Martínez del Mazo en la ejecución de obras maestras de su suegro Velázquez, al igual que tiempo antes Orazio en otras tantas de su padre Tiziano, entre un sinfín de ejemplos? ¿A quién se le ocurriría descatalogarlas? ¿Cómo es posible que una supuesta marca “AJ”, en la parte inferior izquierda de la tela, interpretada por importantes especialistas como parte de un “18”, en alusión al «Gigante» del inventario de 1812 de las obras del maestro cedidos a su hijo Javier, sea suficiente para derribar la autoría de cuadro tan importante, y pase a formar parte de la obra de un artista, Asensio Juliá , del que tan poco se sabe?

Esfuerzo mental

Parece que se nos olvida el esfuerzo mental que subyace bajo las realizaciones geniales, tal como han reinvindicado los grandes maestros desde la Grecia clásica. En el siglo XIV Don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X el Sabio, autor de los cuentos de «El Conde Lucanor» y uno de los padres de la literatura castellana, explica a sus lectores que la propiedad intelectual de sus obras, sólo a él pertenecía, por muchas versiones o copias que pudieran circular de las mismas.

Goya, como todos los genios de su talla, sorprende, inventa, experimenta, cambia y transforma su propia creación sobre la marcha, como cualquier especialista, incluso en el mundo medieval, conoce. «El Coloso», aunque parezca lo contrario, no va desnudo. No vamos a insistir en todos los datos que apuntan a la autoría del maestro de Fuendetodos. El artículo aparecido en la revista Goya en septiembre del 2008 no deja lugar a dudas sobre la propiedad intelectual de la pintura, mientras que por otra parte el estudio aparecido en marzo de 2009 en la misma publicación periódica demuestra, a nuestro entender, que la ejecución material de la obra pertenece igualmente al genial aragonés.

Hemos escuchado y leído a importantes especialistas en estos últimos meses respecto a la polémica, lo cual nos alegra, pero en cambio, son más sonoros y abultados los silencios. ¿Cómo interpretarlos? ¿Y la Universidad? Pasan sus profesores del tema, consideran el debate insustancial, u otorgan al callar. ¿Y el papel de la institución? Cómo es posible que como un Saturno cualquiera consienta devorar a sus hijos en su propia casa, y que sean otras madres las que velen por su integridad moral. A pesar de tanta propaganda mediática, El Prado continúa mostrando el lienzo como obra de Francisco de Goya junto a una amplia cartela que así lo explica y argumenta, y al día de hoy no existen datos nuevos e irrefutables que rebatan dicha afirmación, sino más bien lo contrario tras leerse las recientes investigaciones aludidas. Pocas obras, por no decir ninguna, podrían resistir el juicio sumarísimo al que estamos asistiendo. Con qué ánimo alguien va a arriesgarse a día de hoy a donar sus obras a la pinacoteca madrileña…Ya que en este país es más difícil mover los cargos que los cuadros, tal vez «El Coloso» debiera acompañar a sus compañeros en su más que justificado viaje al Reina Sofía, donde seguramente será mejor comprendido. No es un capricho sino más bien un desastre o mejor dicho un disparate, el linchamiento al que está siendo sometido obra tan importante. El Prado debería perder, aunque fuera de forma temporal, la patria potestad del lienzo al permitirlo, y otra instancia superior, en el caso de existir, debería tomar medidas cautelares.

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