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La Constitución llega al País Vasco

PARTIDO Socialista y Partido Popular firman hoy el acuerdo político que permitirá la investidura directa de Patxi López como presidente del Gobierno vasco. El pacto entre ambos partidos, que hará presidenta de la Cámara vasca a la dirigente popular Arantxa Quiroga, es mucho más que un documento político de coyuntura. Después de treinta años de hegemonía nacionalista, el cambio no es sólo de gobierno, también lo es de régimen político e incluso de modelo social. Lo que socialistas y populares han convenido es dar a la Constitución su primera oportunidad para ser aplicada de verdad en el País Vasco. En esta Comunidad se habían puesto en práctica todas las fórmulas de gobierno, incluso el deleznable pacto de Lizarra entre ETA y el PNV. La única opción que nunca había podido aplicarse era la constitucional y estatutaria, que es la que hoy firmarán Patxi López y Antonio Basagoiti. El cambio es de ciclo histórico e implica cerrar el proceso de constitucionalización real del país iniciado en 1978 y garantizar al Estatuto de Guernica un autogobierno leal. Por eso, el documento de investidura de López habla de libertad, de igualdad, de convivencia, de paz y de solidaridad, mínimos constitucionales ya consolidados en el resto de España y que, pese a su elementalidad, habían sido excluidos de la vida política y social en el País Vasco.

Hoy es un gran día para España y el País Vasco, porque, al alzarse con la presidencia un socialista sobre la base de un consenso constitucional y estatutario con el PP, ETA ha perdido una batalla muy importante. Si el cambio llega de verdad al sistema educativo y a los medios de comunicación públicos, si el Estatuto de Guernica se ratifica como norma básica del autogobierno y la Constitución es la referencia suprema de la convivencia, el terrorismo va a perder el vivero del odio y de propaganda que le permitía mantenerse vivo en muchos hogares vascos. Ahora van a cambiar las tornas, pero es necesaria la lealtad recíproca de populares y socialistas y un compromiso indestructible frente a la presión que ejercerán nacionalistas y terroristas, cada cual con su propio método.

La primera responsabilidad de Patxi López es consigo mismo: convencerse de que es posible gobernar el País Vasco con el PNV en la oposición y que el nacionalismo es sólo una opción ideológica más. Los nacionalistas están reaccionando con ira incontenida a la pérdida del poder y su oposición es tan inmoral como lo era su forma de gobernar. Esperan asustar a López y chantajear a Zapatero. Ahora se quejan los dirigentes del PNV de que el pacto PSE-PP es ilegítimo. Lo dicen quienes pactaron en Lizarra con los asesinos etarras la limpieza ideológica del País Vasco y quienes han gobernado gracias al beneficio del miedo. Lamentan los del PNV que ETA no pudiera presentarse a las elecciones, pero nunca las cuestionaron por los asesinados y los exiliados. Para el PNV es insoportable que ahora gobiernen los vascos silenciados, los que deberían seguir atemorizados. España y el País Vasco van a ser distintos tras un documento de investidura que hereda lo mejor de aquel gran pacto constitucional que fue el Acuerdo por las Libertades y Contra el Terrorismo de diciembre de 2000. La memoria de lo ocurrido estos años debe actuar como custodio de la buena fe, pero no era este el momento para ajustar cuentas, sino de darle a los vascos las libertades democráticas que durante tanto tiempo se les han negado.

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