CLÁSICA
Musicadhoy
Obras de Sánchez-Verdú, Mendoza y Schoenberg. Intérpretes.: Ensemble Modern. Director: J. M. Sánchez-Verdú. Auditorio Nacional. Madrid
ALBERTO GONZÁLEZ LAPUENTE
En todo el universo compositivo español no habrá un compositor más radical en el estilo y, al tiempo, más dispuesto a tender puentes con el ayer que José María Sánchez-Verdú. La recalcitrante voluntad del compositor le lleva, una y otra vez, a rebuscar en la materia sonora adentrándose en el sonido y en la naturaleza acústica de los propios instrumentos. Cualquier aficionado sabe de la densidad de sus silencios, de la expresión quintaesenciada de un lenguaje tan cercano a otras «no músicas», de la sonoridad hueca del aire que atraviesa los tubos. Sánchez-Verdú insiste en estos efectos como punto de partida para una música que rebuscando en su interior, pareciéndose a sí misma y creciendo en un estadio previo a toda tradición, se demuestra capaz de dialogar con arquitecturas, viejos géneros como la ópera, parafrasear otras músicas y hasta evocar imágenes concretas.
Acaba de estrenar en Sevilla, y de inmediato en Madrid, «Lux tenebris» («Goya- Zyclus») sobre Goya y sus «Caprichos». Es una composición que ha crecido desde 2003, siempre alrededor de la guitarra de Jürgen Ruck. La partitura definitiva implica ocho movimientos y cinco instrumentos capaces de generar un recuerdo no descriptivo. Interesa, sobre todo, una vez más, la concentración, el refinamiento y ese extraño componente terreno que hace a la música de Sánchez-Verdú tan próxima. Sonó en la interpretación del Ensemble Modern con dirección del autor. Usando diferentes plantillas, el grupo también atendió a «Inscriptio», a la escueta y teatral obra de Elena Mendoza, «Lo que nunca dijo nadie», y al radical «Trío de cuerda» de Arnold Schoenberg. En este caso, es música rigurosa y áspera pero que, medio siglo después, es posible matizar e interpretar con un poso de emoción. El Ensemble Modern lo quiso así, tocando con rigor, gusto y convencimiento.