Actualizado Martes, 17-03-09 a las 23:38
Le ha sentado fatal al PSOE y al Gobierno que la Conferencia Episcopal organizara una campaña publicitaria en defensa de la vida. Ha sido instalar las primeras vallas, que denuncian que un lince disfruta de mucha mayor protección que un niño, y los socialistas se han lanzado en tromba contra la Iglesia.
Los «argumentos» y los epítetos utilizados para la crítica por el Gobierno y el PSOE se han ajustado a las viejas banderas, autocalificadas como progresistas. Todo con tal de defender el aborto libre hasta la semana 14, propuesta estrella de una nueva ley auspiciada por la ministra de Igualdad, Bibiana Aído, pero que prepara por encargo directo de Zapatero.
Silenciar el Manifiesto
La virulencia antieclesial responde al guión tradicional de la izquierda por lo que a nadie ha sorprendido su intensidad, aunque sí ha llamado la atención al compararla con el silencio, casi sepulcral, con el que han recibido el «Manifiesto de Madrid», presentado ayer por HazteOir. Se trata, como ya adelantó ABC, de un alegato rigurosamente científico, al que se han adherido más de mil eximios intelectuales, que se opone al aborto y defiende, con argumentos apoyados en la Genética, la Biología Celular, la Embriología, la Histología y otras ramas del saber, la evidencia de que «la vida empieza en el momento de la fecundación».
La consigna del Gobierno y de los socialistas en general parece clara: obviar a los científicos, toda vez que su cualificación profesional parece no ofrecer dudas, y arremeter contra la Iglesia que eso siempre da buenos resultados. Para ello, Gobierno y PSOE utilizaron ayer una su «infantería» de lujo. Abrió fuego el presidente del partido y de Andalucía, Manuel Chaves, quien aseguró que «la cúpula de la Iglesia va en contra de los tiempos, del progreso de la sociedad y de lo que piensan y del sentimiento de la mayoría de los ciudadanos».
Prosiguió el ataque el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, que acusó a la Iglesia de «tener una postura hipócrita, de caminar hacia atrás y de defender posiciones rancias y antiguas».
El portavoz del grupo parlamentario socialista, José Antonio Alonso, se sumó a la tarea de demolición con un argumento muy del gusto de Zapatero: «Ha utilizado una campaña demagógica y extremista. La Iglesia quiere encarcelar a las mujeres que tienen que interrumpir voluntariamente su embarazo». (Desde que hay ley del aborto no se conoce ni un solo caso de encarcelamiento de una mujer por abortar). Al portavoz socialista se le preguntó también por el manifiesto de los científicos a favor de la vida. Su respuesta fue escueta: «No lo conozco». Alonso, por cierto, está convencido de que el proyecto de ley entrará en el Congreso en mayo. Y remató la faena el ministro de Sanidad, Bernat Soria, que aseguró que «el Episcopado sigue un camino distinto al de la sociedad».
Puso el PP algo de contrapeso a la ofensiva con la intervención de su portavoz en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría: «Cualquiera tiene derecho a hacer la campaña que estime más conveniente para trasladar a la opinión pública una determinada postura. No seré yo quien critique a la Iglesia». Más contundente fue aportación de Esperanza Aguirre: «La campaña es un acierto porque el aborto no es un derecho, sino un gran fracaso en todos los casos».
Josep Antoni Durán, portavoz parlamentario de CiU, aseguró «que me ha parecido agresiva la campaña, pero es que a mi no me gusta la publicidad que se hace ahora. En cualquier caso, no soy partidario de la reforma del aborto. El Gobierno debe ocuparse de cuestiones fundamentales y el aborto no lo es».
Un asunto tabú
Sin salir del Congreso, la diputada Rosa Díez (UPyD) se negó a pronunciarse sobre los planes del Gobierno para implantar el aborto libre. Díez comentó que la campaña de la Iglesia no le gustaba, desde el punto de vista publicitario, pero defendió su derecho, como el de cualquiera, a transmitir sus mensajes como crea oportuno. El asunto del aborto es casi tabú para UPyD. No hay manera de que este partido diga si apoya el aborto libre o no. «No vamos a hacer el trabajo al Gobierno», se limitó a decir Díez.
Algunos grupos minoritarios del Congreso creen que el Gobierno ni siquiera remitirá a las Cortes su proyecto este año, y que lo único que pretende es mantener vivo un debate que le interesa.

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