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Alternancias

ENTIENDO la desolación del PNV ante la perspectiva de perder el Gobierno vasco. Téngase en cuenta que ningún otro partido ha dado tanto a una comunidad autónoma. De entrada, le ha dado el nombre, la bandera, el himno y el ser. Nada hay, en efecto, ... en la identidad vasca contemporánea que no venga del PNV, una fuerza con algo más de un siglo de existencia a la que se concedió la posibilidad, bien aprovechada por su parte, de diseñar una porción de España a su imagen y semejanza. Si, por ejemplo, se hubiese entregado Ciudad Real a los comunistas para que montasen una Cuba manchega, más de uno se habría irritado por la insensatez del experimento, pero en el País Vasco no chistó nadie ante algo perfectamente equiparable, ni la izquierda ni la derecha. Lo que no deja de ser lógico: antes del PNV no había vascos, es decir, sujetos que se definiesen como tal por llevar tales o cuales apellidos o por la circunstancia de que sus abuelos fueran oriundos de Motrico, pongamos por caso, aunque ellos mismos hubieran nacido y residieran en Majadahonda o en Cochabamba. O pertenecientes a otra categoría, sin apellidos ni abuelos, a los que se permitiese ostentar el título por los servicios prestados a Euskadi (léase, al nacionalismo). Es cierto que, en el vigente Estatuto de Autonomía, se hace derivar la identidad de un criterio administrativo, el avecindamiento, pero eso nunca ha funcionado, como es sabido, e incluso los aspirantes no nacionalistas a la presidencia de la comunidad se sienten obligados a reclamar su inclusión en uno de los dos tipos de pertenencia socialmente admitidos.

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