Domingo, 15-03-09
LUIS MIRANDA
BAENA. En el punto más alto de la campiña cordobesa la tierra guarda secretos. Desde una atalaya de 580 metros en los que se domina un mar de olivos plateados y en los días claros se divisan Sierra Nevada y la provincia de Jaén el paisaje no es distinto al que rodea a Baena. Bajo los árboles se esconde toda una ciudad que ha empezado a revelar su grandeza e importancia pero que todavía tendrá que seguir contando cosas. La primera su nombre, porque todavía sigue siendo Torreparedones.
El Ayuntamiento de Baena está trabajando en la excavación y estudio de este valioso yacimiento, en el que se superponen restos de 3.500 años de historia. Entre el 2.000 antes del Cristo y los comienzos del siglo XVI distintas culturas se superpusieron en una ciudad con testimonios de todas ellas: edad del cobre, íberos, época romana, visigodos, ocupación musulmana y cristianismo.
Después de que algunas excavaciones, la primera en 1987, pusieran de manifiesto su importancia, el Ayuntamiento de Baena compró los terrenos en 2005 e inició los trabajos, que hasta el momento han deparado tres áreas fundamentales: la puerta oriental de la muralla, el castillo medieval y sobre todo el santuario ibérico, un espacio de gran valor por su rareza.
Las próximas actuaciones, en las que se invertirán 600.000 euros, se licitarán dentro de poco y deben estar terminadas antes de 2011. Se financiarán con fondos Feder y actuarán precisamente en la puerta y en el santuario.
La primera es el acceso a la ciudad desde la muralla oriental y es de época republicana, es decir, del siglo I antes de Cristo. José Antonio Moreno, arqueólogo del yacimiento explica que de la zona sobrevive la calzada de acceso y los cimientos de dos torres de considerable altura.
Era una puerta con doble hoja para proteger a la ciudad y sobre las piedras todavía son visibles las señales que dejaron las ruedas de los carros. También se pueden apreciar las huellas de los anclajes de las dos puertas.
Los datos arqueológicos señalan una determinada altura de las torres y a partir de ahí los trabajos reconstruirán hasta este nivel, ya que se conoce que las dos torres defensivas llegaron al menos hasta esos puntos.
El santuario puede pasar por ser la parte más valiosa del yacimiento de Torreparedones. Se trata de un templo de culto que estaba situado a extramuros de la ciudad. Todo en él es singular, comenzando por la fecha, ya que es del siglo I después de Cristo, cuando ya la romanización era un hecho, y está dedicado a una divinidad ibérica, Dea Caelestis, una especie de diosa-madre. «Tiene una orientación norte-sur astronómica y todas las estancias: entrada, vestíbulo, patio y espacio de culto», relató el arqueólogo.
En el santuario se han encontrado más de 300 exvotos que hoy se conservan en el museo local y que sirven para demostrar que a aquel lugar iba la gente en busca de curación, especialmente de piernas y pies, pero también las mujeres que querían conjurar los peligros del embarazo y del parto. También hay restos de sacrificios de animales. En el conjunto hay también un castillo de época cristiana recientemente estudiado.
Las próximas actuaciones abundarán en el conocimiento de la ciudad. Las prospecciones geofísicas ya han avanzado que bajo los olivos hay restos de muros y los expertos esperan hallar el foro de la ciudad, que tal vez pueda dar la clave para saber su nombre.

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