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A partes iguales

ÓPERA
«Così fan tutte»
Música: Mozart. Int.: B. Frittoli, N. Surguldze, J. Martín-Royo, J. Prieto. I. Bayrakdarian, N. De Carolis, Cor Generalitat Valenciana, Orq. C. Valenciana. Dir. esc.: N. Hytner. Dir. mus.: T. Netopil. Palau de les Arts. 28-II
ALBERTO GONZÁLEZ LAPUENTE
Jugando al reduccionismo, hay quien hace de la historia de la música una colección de conceptos elementales. Por ejemplo, se habla del repertorio contemporáneo como si fuera uno solo sin considerar que nunca como ahora se han reunido tantos estilos distintos a la vez, o se explica que Mozart es la rectitud, la cuadratura, lo simétrico, lo proporcionado y lo elegante, cuando lo cierto es que todo en él son fuerzas en tensión y no siempre exactamente compensadas. Más aún, en «Così fan tutte» se admira la simetría y el equilibrio formal, antes que la relación de contrarios y, por eso, hay interpretaciones que se conforman con hacer de la obra algo agradable. No prevén que agazapado tras lo homogéneo suele estar el peligro de lo monótono.
El Palau de les Arts pone ahora en escena la ópera de Mozart, de acuerdo con una recoleta producción de Glyndebourne firmada por Nicholas Hytner y repuesta por Bruno Ravella. En ella, el orden y la claridad del XVIII están velados por una sutil pátina de pintura algo gastada y luz casi decadente. Sin duda, es un escenario con encanto, un terreno posible y ya transitado, en el que podría esperarse el éxito de un reparto bien cuajado. Pero ahora ya se sabe que éste sólo ha sido a medias, quizá porque el empeño por resaltar lo simétrico convierte el resultado en una prolongada letanía. Quiere esto decir que una voz que corre y de mucho interés como la del tenor Joel Prieto, último ganador de Operalia, suena demasiado cohibida; y que a Barbara Frittoli le pesan las carencias sin que la virtud del saber y el aplomo terminen por dar autoridad a Fiordiligi. Podría también hablarse de Nino Surguladze y Joan Martín-Royo, a quienes una mayor soltura daría algo de poesía a cantantes con buena línea. Pero éstas y las demás se agotan en la igualdad y en ese misterio que es la dirección musical. Porque Tomá_ Netopil es alguien de estupendo futuro, nuevo director del Teatro Nacional de Praga, director de gesto incansable que vuelve a Valencia para ofrecer un Mozart apocado. De intención perfilada, sí, pero también de espíritu amordazado.