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Un vestido con historia

Cual novia a punto de subir al altar es como desfiló Penélope por la alfombra roja. Su vestido tiene historia y es que se trata de un Balmain que hace 8 años vio en una tienda y le enamoró. Ha sabido esperar

Un vestido con historia

Fue en una tienda de ropa vintage y de segunda mano, Lily et Cie, en Beverly Hills, donde Penélope se fijo en un romántico modelo de Pierre Balmain que tenía sesenta años y que bien podría servir para una noche inolvidable y hasta para una boda impresionante. A «Pe» la memoria no le falla y por eso cuando hace unas semanas empezaron a enseñarle todos los diseños que las grandes firmas de alta costura deseaban que luciera en la alfombra roja la actriz tuvo lo que ha llamado una señal. Ahí estaba el vintage de Balmain esperándola, con su blanco roto salpicado de cristal bordado en plata, con su falda drapeada cual cortina veneciana, con su encaje fino y trabajado a mano, con su escote palabra de honor que no me caigo, con su corpiño bien armado y remarcando la cintura. Y ahí estaba Penélope, blanca y radiante, al más puro aire Audrey Hepburn sólo que con brillantes de Chopard, con la piel más blanca que el vestido y la dentadura más cuidada de la gala (la suya tiene firma de Los Ángeles pero en España el doctor Morilla hace milagros con los dientes de los famosos) y con una simpatía natural que emociona a sus colegas y de ahí las lágrimas de Kate Winslet cuando la vio alzarse con la estatuilla.

Penélope fue la más brillante de la alfombra aunque personalmente aún me guste más una Sarah Jessica Parker que se salía con su diseño de Christian Dior. Sencillamente perfecta. Hasta su cuidada melena ondulada iba a juego con las formas del diseño de Galliano. Sobran las palabras. Como también sobra seguridad para lucir como sólo ella puede las increíbles esmeraldas que llevó Angelina Jolie como pendientes. Ni el escotadísimo vestido negro de Elie Saab pudo competir con las piedras más que preciosas que colgaban del lóbulo de su oreja. No hacía falta ni un complemento más.

En azul pavo y azabache de Yves Saint Laurent llegó una elegante Kate Winslet que no para de ganar adeptos con los años. Un hombro al aire, una tira de encaje, un moño bajo y unas joyas de Chopard y ya nada le impide llevarse el Oscar. Claro que las mismas armas tenía la actriz Anne Hathaway con su diseño de Armani Privé en paillet plata estilo sirena y se volvió a casa con la sonrisa en los labios pero sin el Oscar para la vitrina. No importa. Difícilmente podrá superar su desfile por esa alfombra roja. Fue deslumbrante.

Si Cruz recupera el sabor por lo vintage nada como aplaudir el paseíllo que hicieron las estrellas vintage que tanto tienen que aportar a esta ceremonias. Dos número uno se llevaron los mejores elogios: Meryl Streep con su modelo Alberta Ferreti en grises y una increíble Sophia Loren con su Armani Priveé amarillo que huyó del minimalismo para apostar por las ondas, los volantes, los fruncidos y un amplio escote para que la italiana mostrara cómo ser esplendorosa pasados los 70. Y lo que te rondaré.

Puesto que la noche fue de tonos cremas, de blancos y platas, como nota de color ahí está la aportación de la modelo Heidi Klum que apostó por los complementos (imposible contar el número de pulseras) para alegrar el guardarropa o el azul cobalto firmado por Galliano de la actriz india Freida Pinto que combinó con joyas de su tierra no sin antes hacerse en la piel el tratamiento de Natural Bissé a base de diamantes. Puestos a bucear en lo peor de la gala ahí está el horroroso vestido de Beyoncé en negro y dorado que será difícil de olvidar.

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