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Los niños, tras los pasos del «Beagle» Darwin, un filón editorial

Los niños, tras los pasos del «Beagle» Darwin, un filón editorial

EFE

Un retrato de Charles Darwin expuesto en su casa

Diciembre de 1831. Un joven naturalista llamado Charles Darwin se embarca a bordo del buque «HMS Beagle», en una travesía de cinco años alrededor del mundo. A través de la observación y el estudio de las especies en las islas Galápagos y otros lugares, Darwin comienza a gestar sus teorías sobre la evolución. Además, escribirá «El viaje de un naturalista alrededor del mundo», la crónica de la travesía que -según reconoció-, sería «el hecho más importante que ha decidido toda mi carrera». Casi dos siglos después, el escritor Luca Novelli y un grupo de científicos emprendieron un viaje a Suramérica, repitiendo las etapas que el «Beagle» realizó entre 1831 y 1836. En el libro de literatura juvenil «De viaje con Darwin» (Edelvives), Novelli reescribe las crónicas del biólogo, cuyo periplo a bordo del «Beagle» también ha sido recreado por Vicente Muñoz Puelles en «El viaje de la evolución. El joven Darwin», un libro dirigido a mayores de 12 años, editado por Anaya. Sin duda, dos opciones divertidas para que los más jóvenes se acerquen al universo de las Ciencias.

POR ITZIAR REYERO

MADRID. Que levante la mano el que haya leído alguna obra de Darwin. Bueno, no se alarmen. A todo aquél que haya decidido subsanar esa laguna imborrable en su repertorio bibliográfico, enhorabuena: Charles Robert Darwin (1809-1882), el padre de la teoría de la evolución, el científico que sentó las bases de la biología moderna y revolucionó nuestro conocimiento del mundo, cumple hoy doscientos años. Y para celebrarlo, las editoriales han pulsado al botón de las máquinas de impresión. Resultado: una avalancha de reediciones y publicaciones en castellano que invaden los estantes de las librerías españolas. Pero si todavía quieren otro aliciente más, apunten: «El origen de las especies», la obra de referencia del darwinismo que asestó un golpe mortal a la visión antropocentrista del mundo, celebra su sesquicentenario, esto es, siglo y medio de vida. Conclusión: no hay excusas que valgan, 2009 es el mejor año para leer a Darwin.

Un inédito en español

«Darwin es una de las figuras más olvidadas históricamente desde el punto de vista editorial español», lamenta el profesor de la Universidad de Valencia Martí Domínguez, quien a su vez dirige «Biblioteca Darwin», la sección de la editorial Laetoli que, en colaboración con la Universidad de Navarra, pretende publicar en castellano las obras completas del científico inglés. Una tarea encomiable, teniendo en cuenta que, a día de hoy, sólo cinco de sus 17 libros han sido traducidos al español. «Pero es que además -denuncia Domínguez- algunas traducciones fueron hechas por aficionados. Eran ediciones pedestres».

Como Voltaire y otros pensadores, Darwin fue una figura non grata para la Dictadura, por lo que sólo algunas pequeñas editoriales se atrevieron a sacar su obra. La Democracia no trajo demasiados cambios. «Hubo una actitud poco entusiasta por publicar su obra. También por parte de los editores de izquierdas, que sólo lo incluían en las colecciones de clásicos del pensamiento», comenta Domínguez. Se trata, en su opinión, de un círculo vicioso de incuria. «Con el despegar de la ciencia española, Darwin era un autor clásico, antiguo, y buena parte del profesorado de las Facultades de Biológicas no lo había leído porque ya no lo necesitaba... Pero es que, además, no existían buenas ediciones. Hubo también algún caso flagrante. En 1998, una editorial publicó bajo el título equivocado de «El origen de las especies» un texto que no era sino «El origen del hombre»». Desde luego, una situación cuanto menos llamativa para tratarse de uno de los científicos más influyentes del pensamiento moderno.

Darwin, sin censuras

En el Año internacional de Darwin, la industria editorial española se ha puesto las pilas. La oferta incluye nuevas traducciones y reediciones de sus libros, aunque también hay ensayos, novelas y hasta poemarios que versan sobre el darwinismo. Siglo XXI ha reeditado las memorias de infancia de la nieta de Darwin, hay proyectos de cómic en marcha, y en Reino Unido han publicado un libro de cocina con las recetas de la mujer del científico.

En nuestro país destaca la fuerte apuesta de la editorial Laetoli, que ya ha traducido dos de los libros de Darwin. Primero fueron «La fecundación de las orquídeas» y «Plantas carnívoras», y ahora acaban de publicar la autobiografía «no censurada» del científico. «Ha sido todo un descubrimiento -asegura el director de «Biblioteca Darwin»-. Cuando murió, dejó un texto inédito con sus memorias, pero su mujer decidió recortar las frases que mostraban al Darwin más combativo. Hemos reescrito el capítulo dedicado a la religión, que él consideraba «una doctrina detestable». Además, se ha marcado en negrita lo que fue eliminado, que es casi el 30 por ciento del texto... Su tono es pausado, pero deja caer verdades como martillos».

Para todos los públicos

Como siempre, la lectura de publicaciones científicas plantea dudas entre el público no especializado. ¿Cómo acercarse a la obra de Darwin? Para Domínguez, no hay duda: lo mejor es la lectura directa de una traducción moderna de sus obras. «Darwin es uno de los grandes divulgadores de la ciencia -sostiene-. Se le entiende muy bien porque él se dirigía al lector. Leer a Darwin no supone un esfuerzo mayor que cuando leemos a Joyce o a Proust».

Para quien lo prefiera, existe una variada oferta de ensayos que se aproximan a su obra desde múltiples perspectivas. En «El darwinismo del mundo» (Herder Editorial) Carlos Castrodeza analiza el impacto de la teoría de la evolución en el pensamiento filosófico actual. «La idea del libro -señala este profesor de Filosofía de la Ciencia- es explicar, desde las teorías de Darwin, el comportamiento humano en sus tres dimensiones: la epistemología, la ética y la política». Porque, según dice, la interpretación darwinista «es en realidad una interpretación metafísica del mundo».

En este sentido, Castrodeza recuerda que, frente «al resurgimiento actual», la teoría de la selección natural de Darwin tuvo un impacto mínimo en el siglo XIX. «Pero no por razones teológicas -matiza-, sino porque el mundo científico se le echó encima para que explicara todas sus tesis, y la verdad es que no podía». Castrodeza defiende que su libro se aparta «de la mayoría de las obras que lo presentan como un personaje de culto, una especie de santo secular que todo lo hace bien». «Al igual que los demás, Darwin tuvo sus virtudes y sus defectos», concluye.

Sea como fuere, este año la lectura darwiniana se presenta indispensable. Así lo cree Domínguez. Para él, la obra del naturalista británico es fundamental si queremos entender nuestra época. «Su lectura nos cambia como personas. Si Galileo produjo una revolución en el pensamiento humano, Darwin provocó otra mayor, porque sus planteamientos nos afectan mucho más como seres vivos». «Somos hijos de Darwin», proclama.

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