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Moda

DOÑA Emilia Pardo Bazán, protofeminista, le dijo una vez a Valle Inclán: «Joven, para ser gallego y buen escritor hay que llevar faldas, como Rosalía, servidora y el padre Feijoo». No aseguro que Fernández de la Vega conozca la anécdota, aunque, en sus relaciones con ... la Secretaría de Estado del Vaticano, ha desarrollado un pintoresco estilo indumentario de sabor eclesial que está en la línea de lo que sugería la condesa y requiere un análisis semiótico de urgencia. Se me ocurren varias razones para proceder al mismo. La principal, que las apariciones estelares de la vicepresidenta junto a monseñor Bertone han dejado al público flipando en technicolor, y la semiótica está para eso: para que, puesto que hay que flipar, la gente sepa al menos por qué flipa. La segunda, que, según muchos opinan, el más desconcertado ha sido el propio cardenal, cuya primera comparecencia ante los medios, el miércoles, se agotó en una glosa admirativa del cromatismo de su acompañante. Si tal desconcierto fuera real, resultaría preocupante, no porque sea impropio de un príncipe de la Iglesia piropear a una ministra (a veces, razones de Estado exigen hacerlo incluso con Fernández de la Vega), sino por el hecho de ser monseñor Bertone piamontés y paisano de Umberto Eco. Como nadie ignora, la primera industria del Piamonte es, precisamente, la semiótica, es decir, el fármaco que combate con mayor eficacia la fascinación visual, descomponiéndola en sus elementos.

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