El Atlético cava su propia tumba
En las competiciones largas, los títulos siempre suelen hacer justicia porque significan regularidad. Al partido de ayer en el Vicente Calderón, Atlético y Valladolid llegaron con el dudoso honor de ser los peores equipos de 2009, año en el que no habían ganado un solo partido. Ahora, los rojiblancos se han quedado en solitario al frente de esta deshonrosa clasificación después de que el Valladolid les abriera un nuevo boquete en su línea de flotación tras el 1-2 con el que se llegó al final del partido y que abrió la caja de los truenos contra Enrique Cerezo y Javier Aguirre.
Al Atlético le sigue faltando, entre otras cosas (posición defensiva, orden, salir con el balón jugado, eficacia en los centros...), el gol. Las jornadas gloriosas en las que el dúo Agüero-Forlán eran letales ante las porterías rivales parecen haber pasado a mejor vida. Como sus desmarques, sus controles o su capacidad de desequilibrar. Ni siquiera el hecho de tener en las bandas a Maxi y Simao -éste se lesionó pronto y la salida de Sinama-Pongolle tampoco aportó nada- le sirvió al equipo para salir de la mediocridad.
Ni una ocasión
Incluso, el gol de ayer lo marcó García Calvo en propia meta a tiro de Forlán que no iba ni a puerta. No hubo más disparos entre los tres palos y sólo cabe apuntar una parada de Justo Villar, al sacar con los dedos al final del partido un balón que iba a la cabeza de Agüero.
El Valladolid no hizo un gran partido y, pese a todo, pudo haber goleado. Le bastó con mantener el tipo y aprovecharse de los fallos defensivos de los rojiblancos. El primero fue de Leo Franco al rechazar blandito al punto de penalti un balón que lo aprovechó Luis Prieto para marcar. El segundo, al arrollar Pernía a Goitom en el área porque llegaba tarde.
Pese a no hacer un buen partido, la victoria vallisoletana fue incontestable e, incluso, se quedó corta. Le faltó suerte al no ver el colegiado un derribo de Pablo a Canobbio en el área rojiblanca (m. 11) que, de haber sido sancionado con penalti, hubiese conllevado la expulsión del central rojiblanco. Luego, a base de zarpazos de Sesma, Goitom y Canobbio, pudo haber sentenciado, como en un remate de Sesma (m. 20) que pilló a contrapié a Leo Franco, otro de Goitom (estaba desmarcado solo junto a Borja) que se fue fuera (m. 27), un tercero de Sesma, a quien le salió alta la vaselina que le hizo a Leo Franco, y un nuevo remate de Sesma a puerta vacía (m. 66) en el área pequeña que lo envió alto. Demasiado ante un equipo que decía aspirar a todo.
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