Arranca la «Era Obama»
Barack Obama -al asumir el puesto de presidente número 44 de Estados Unidos, algo inimaginable tan sólo una generación atrás de americanos- finalmente cobraba ese moroso pagaré que el contradictorio genio de Thomas Jefferson introdujo hace 233 años en la Declaración de Independencia al discernir como "verdades evidentes en sí mimas, que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, que entre éstos se encuentra la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad".
Acompañado por una apoteósica multitud de casi dos millones de personas, a pocos minutos de las doce del medio día, el elocuente hijo de un padre de Kenia y una madre de Kansas juraba su cargo con nervios y frases trabucadas frente a la fachada occidental del Congreso. Sobre la misma Biblia utilizada por Abraham Lincoln hace siglo y medio, el político de Illinois ha empleado su nombre completo de Barack Hussein Obama sin prescindir tampoco de "con la ayuda de Dios", coda no prescrita por la Constitución pero atribuida como tradición al primer presidente George Washington.
Ideales «que todavía iluminan el mundo»
En su discurso de investidura -breve, directo pero con un tono de marcado giro político- el primer presidente afro-americano ha empezado por plantear sacrificios compartidos y una mayor responsabilidad pública y privada para devolver a Estados Unidos la paz y la prosperidad perdidas. Según el mensaje de Obama: "Nuestro tiempo de empecinarnos, de proteger intereses estrechos y aplazar decisiones desagradables ha pasado. Desde hoy, debemos recogernos a nosotros mismo, quitarnos el polvo y empezar otra vez el trabajo de rehacer América".
Pese a empezar con un agradecimiento explicito al presidente Bush por su servicio a la nación y su generosidad durante el periodo de transición, Obama no ha dejado de repudiar buena parte de la filosofía política imperante en Washington durante los últimos ocho años. Según el presidente demócrata, "rechazamos como falsa la opción entre nuestra seguridad y nuestros ideales". Con el argumento de que "nuestros padres fundadores, frente a peligros que apenas podemos imaginar, redactaron un contrato para asegurar el imperio de la ley y los derechos del hombre, un contrato expandido con la sangre de generaciones" y basado en ideales "que todavía iluminan el mundo y que no vamos a abandonar por conveniencia".
Dentro de su esperada declaración programática para los próximos cuatro años de gobierno, Barack Obama ha ratificado su fe en el gobierno federal y el sector público como parte de la solución a los problemas de Estados Unidos. Con insistencia en la necesidad de una ambicioso programa de reactivación económica y mejores regulaciones para superar y evitar crisis como la actual. Un fiasco, a su juicio, generado por la avaricia, la irresponsabilidad y "nuestro fracaso colectivo a la hora de tomar duras decisiones".
De cara al resto del mundo, Obama ha tenido guiños multilateralistas para los aliados de Estados Unidos pero también palabras de advertencia para sus enemigos: "No nos vamos a disculpar por nuestra forma de vida, ni vamos a flaquear en su defensa, y para aquellos que buscan avanzar sus objetivos induciendo al terror y la matanza de inocentes, decimos ahora que nuestro espíritu es más fuerte y no va a ser roto; no podéis durar más que nosotros y os vamos a derrotar". Con todo, el nuevo presidente ha tenido una deferencia especial para el mundo musulmán, al expresar su deseo de buscar un nuevo camino de entendimiento basado "en el interés común y el respeto mutuo".
Toda la jornada de toma de posesión ha estado plagada de invocaciones y ceremonias religiosos, empezando por un tradicional servicio a primera hora de la mañana al que ha asistido la cúpula del nuevo gobierno en la histórica iglesia presbiteriana de Saint John, situada frente a la Casa Blanca. Tras ese momento de recogimiento, los Obama y los Biden han sido recibidas en la Casa Blanca y han compartido comitiva oficial hasta el Congreso, con un vicepresidente Cheney en sillas de ruedas por haber resultado lesionado durante los preparativos de su mudanza. Entre envidiables buenas formas institucionales, el nuevo responsable ejecutivo ha despedido respetuosamente al ya ex presidente George W. Bush en el momento de embarcarse en su viaje de retorno a Texas.
Tras un almuerzo en la sede del Legislativo, donde los enfermos senadores Robert Byrd y Ted Kennedy se han sentido indispuestos, los Obama han participado en el tradicional desfile a lo largo de la Avenida Pensilvania. Con una larga noche de festejos por delante, ya que el nuevo presidente y la nueva primera dama de Estados Unidos tenían previsto asistir fugazmente a un maratón de diez bailes oficiales organizados en su honor.
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