El New York Times recurre a Slim, el Warren Buffet mexicano, para sobrevivir
La compañía editora de The New York Times está en tratos con el multimillonario mexicano Carlos Slim para que aumente su participación en el periódico y sea su salvación frente a la crisis y las deudas. En estos momentos Slim ya es el ... tercer accionista, con un 6,4 por ciento de las acciones, que le costaron 128 millones de dólares (97 millones de euros) en septiembre pasado. Desde entonces el valor de su inversión ha caído a 45,5 millones de euros. Lejos de desanimarse por ello, el magnate telefónico –controla la telefonía fija de Mexico y la mayor compañía de telefonía móvil de América Latina- podría comprar acciones preferentes de la editora del Times por valor de unos 190 millones de euros.
El acuerdo podría anunciarse hoy martes si se consigue, cosa que no todo el mundo daba ayer por hecha, y menos desde que las negociaciones se filtraran a la prensa, concretamente a The Wall Street Journal , uno de los más feroces competidores de The New York Times. Ambas cabeceras pugnan por la hegemonía de la información y de la publicidad en Internet.
Entonces el Journal informa del asunto poniendo el acento en los problemas de The New York Times, que en los próximos meses enfrenta un vía crucis de acreedores. El próximo mes de mayo debe satisfacer una deuda de 300 millones de euros, y de aquí a 2011 tiene que liquidar 838 millones más. En septiembre pasado sus reservas de efectivo no superaban los 35 millones de euros. Ante este panorama dramático, la empresa ha hipotecado su sede en Times Square, ha reducido dolorosamente su plantilla, ha puesto a la venta participaciones en entidades deportivas, ha puesto anuncios en portada y se ha dado a la caza de inversores.
Un accionariado peculiar
Contado por el lado de The New York Times naturalmente el acento es otro. El periódico no niega que su situación financiera es ominosa en el marco de una crisis que sacude los cimientos de toda la economía como Sansón las columnas del templo. Pero incluso en estas circunstancias se congratula de que le salgan tantos novios para invertir. El fondo de inversión Harbinger Capital Partners, actual segundo accionista y poseedor de un 20 por ciento de acciones de clase A, podría haber estudiado también un incremento de su participación.
Todas estas operaciones se ven dificultadas por la peculiar estructura del accionariado de Times Company, que hasta ahora ha garantizado a la familia propietaria, los Ochs-Sulzberger, mantener el control de las decisiones por mucho dinero que pusieran otros accionistas. Todos los intentos de arrebatar a los Ochs-Sulzberger esta hegemonía desde el consejo de administración han sido siempre un fracaso. Hay analistas que incluso los han atribuido a una especie de gimnasia bursátil: los aspirantes lo habrían hecho más por la gloria que por llevarse el gato al agua. Como quien intenta escalar el Everest sabiendo que no llegará a la cima, pero se hará famoso y habrá mandado al mundo un mensaje de fuerza.
Pero a diferencia de Harbinger Capital Partners, que luchó por lograr dos asientos en el consejo de administración, Carlos Slim proclama que él no tiene ningún interés en dar órdenes a los directores del histórico periódico. Si se gasta cientos de millones en acciones preferentes que tendrían el valor y el formato de un préstamo, dicen que dice –él no ha hecho declaraciones directas- que lo hace porque le parece una buena inversión. Porque está convencido de que el Times saldrá del bache y volverá a ganar dinero.
Ciertamente Slim es un inversor en la tradición de Warren Buffett, famoso por invertir audazmente cuando todos los demás se arrugan. La especialidad de Buffett es poner el ojo en activos injustamente devaluados, y esperar con calma a que el mercado haga justicia. Que Slim pretenda invertir en el Times invocando esta filosofía equivale a todo un piropo financiero.
Pero en Estados Unidos ni los piropos son gratis. Cuando Warren Buffett pone una empresa atribulada bajo su ala protectora, se lo cobra: en septiembre pasado metió 5.000 millones de dólares en Goldman Sachs, reflotándola financiera y moralmente. Pero a cambio se garantizó dividendos del 10 por ciento de por vida. Slim podría estar pensando en repetir la jugada.
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