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Aquí no cobra absolutamente nadie

Aquí no cobra absolutamente nadie

Mientras el pasado viernes el Consejo de Ministros trataba de enderezar España, en la madrileña Plaza de Neptuno un grupo de unas ciento cincuenta personas trataba de arreglar cosas mucho más inmediatas. «A mí me ha cogido Fercaber», «a mí Martinsa y Obrum», «a mí Seop y he tenido que cerrar». Entre todos sumaban más de cien millones de euros en impagados y todos cumplieron con una suerte de ritual: saludar a Damián Catalin, el empresario rumano que hoy cumple su duodécimo día de ayuno para pedir el pago de una deuda.

Todos los congregados tienen un «enemigo público número uno» con nombre de constructora, pero la «bestia negra» de Damián Catalin tiene nombre y apellidos: Javier Aldavert Piñol, presidente de Obrum, la empresa que le debe 700.000 euros y que dentro de unos pocos días tampoco le pagará con toda probabilidad otros 800.000 más que están a punto de vencer. «No quiero hablar de la empresa, sino de este hombre, con nombres y apellidos, porque no da la cara», dice Damián .

Ante la sede de Obrum, Damián y su socio en Romtectabi, Julián Martín (que no está en huelga de hambre por su precaria salud) pagaron el pasado viernes las nóminas del mes de diciembre y los ocho trabajadores que acompañaban a Catalin en la huelga de hambre han depuesto su actitud. Han vuelto a comer, pero siguen junto a su jefe en la madrileña calle Arturo Soria.

Julián y Damián explican el milagro: «doscientas personas dependen de nosotros y no podemos defraudarles. Necesitamos el dinero que nos deben para pagar, porque se nos cae la cara de vergüenza de haber entrado en el RAI, de no poder pagar a los proveedores, que nos están aguantando la deuda porque saben que somos honrados, o de no pagar la nómina de diciembre a tiempo. A otros parece que no les da vergüenza».

Catalin no ha cobrado ni un euro de lo que Obrum le debe pero ha buscado el dinero y lo ha obtenido. «En estas historias siempre hay lugar para la aparición de gente buena y a nosotros un contratista, Eralan, nos ha adelantado 50.000 euros de una certificación de obra. En momentos como estos es cuando sabes dónde está la gente decente», subraya.

Subcontratista para otros

Romtectabi es sólo una más de las miles de empresas atrapadas en la bola de nieve de los impagados y Julián lo expresa de una forma muy sencilla. «Mientras los pagarés eran dinero, todo funcionó, pero hace ya muchos meses que ningún banco te descuenta un pagaré y todo se ha ido al garete. No cobra absolutamente nadie».

Romtectabi trabaja como subcontratista de otros. Para Acciona en el túnel de la M-30, para Detecsa o Eralan en cualquier sitio, pero su principal cliente era Obrum, una constructora integrada en DHO y sobre la que pesa ya una demanda de concurso junto con el resto del grupo. «A Obrum les ha ido abandonando todo el mundo desde mayo del año pasado -explica Julián-, dejando obras que nosotros hemos terminado. Hasta en Cartagena les hemos terminado un colegio que otros habían dejado». El pasado jueves, los subcontratistas de una UTE de Obrum en el AVE Madrid Valencia han parado una obra porque no cobran desde hace meses.

Por el «campamento» de Damián desfilan proveedores a los que debe dinero e incluso competidores. «Todo el mundo menos los políticos, ni la embajadora de Rumanía, que anunció una visita que nunca realizó, ni, por supuesto, Javier Aldavert», dice Julián.

En este tiempo, las únicas noticias que han tenido de Obrum fue una reunión, a los pocos días del comienzo de la protesta. «No querían pagar, sino que quitáramos el nombre de Aldavert de la pancarta. Nos ofrecieron 40.000 cochinos euros y, claro, nos negamos. Nuestro honor vale mucho más que eso», explica Damián.

Otras reacciones destacadas de Aldavert han sido la desconexión de la página de Obrum en internet (no sale ya ni en la caché de Google) o la de contratar un guardaespaldas. «En ese sentido puede estar tranquilo, pero tiene bemoles que sí tenga dinero para el guardaespaldas», ironiza Julián.

Los 40.000 euros arreglarían la vida de «Willy», un polaco llamado Wieslaw Watroba, que es inseparable de Damián y Julián en la protesta. Le deben 25.000 euros, no tiene ni para echar gasóleo a la excavadora con la que se gana la vida y ya ha dejado de pagar su propia hipoteca. A pesar de todo mantienen la esperanza. «Obrum nos endosó un pagaré de una promotora andaluza, que devolvió el papel, pero hemos contactado con ellos y están dispuestos a pagar», explican.

Esa operación de pagarés que a su vez sirven para pagar y que finalmente quedan en papel mojado describe a la perfección cómo se origina esta bola de nieve en la que desde hace meses no cobra nadie. Hay miles de empresas atrapadas y abocadas al desastre.

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