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Chequeo en la biblioteca

La Biblioteca Nacional cierra para revisar sus fondos y ver en qué estado se encuentran. 200 personas examinarán hasta el sábado 700.000 obras. ABC ha estado con los lectores de las letras y de los libros

Así son las entrañas de la Biblioteca Nacional /IGNACIO GIL

«Un libro mal colocado es un libro perdido». Así reza una de las máximas de toda biblioteca y más aún si estamos hablando de la Nacional, el corazón de nuestra cultura. Pero, ¿cómo se lucha con el trasiego diario de más de 170 personas a lo largo de los años? Pues una de las herramientas más eficaces es el recuento anual, motivo por el que la Biblioteca Nacional cierra las puertas de sus salas de lectura (el museo y las salas de exposiciones siguen abiertos al público) hasta el próximo 24 de enero.

ABC ha sido uno de los invitados a conocer las entrañas de tan delicado procedimiento. Para tan excepcional ocasión, la sala general de lectura se abre a los objetivos y los periodistas en todo su esplendor (el uso de cámaras no está permitido normalmente). Allí nos reciben Belén Llera, directora técnica de la Biblioteca Nacional; Mar Hernández, responsable del departamento de proceso técnico, y Yolanda Ruiz Esteban, al frente del departamento de adquisiciones. Las tres nos guiarán por este particular paseo de las letras.

Solemnes depósitos

Más allá de la solemnidad de las salas de lectura, se encuentran los depósitos. En ellos es donde trabajan concienzudamente 200 personas, divididas en equipos de dos. Por cada ejemplar, rellenan una plantilla en la que se registran las posibles incidencias (si el libro no está, si les falta el tejuelo, si la encuadernación está en mal estado). Una vez recopilada esa información, que este año afectará a unos 700.000 volúmenes, se pasa al equipo de trabajo encargado de comenzar con las correcciones. «Después, dos personas se recorren todo el edificio y subsanan los problemas específicos, como la mala colocación de un ejemplar, que es la incidencia que más se repite en el recuento», explica Yolanda Ruiz.

Después de los robos

Ya el pasado año se retomó esta práctica en la Biblioteca Nacional, en parte por los robos de láminas contenidas en libros como la «Cosmografía», de Ptolomeo, en parte porque la eficacia de la institución queda reforzada con estos procedimientos. «La finalidad principal es no sólo comprobar que están las obras, sino también su estado de conservación y solucionar problemas (mala colocación, pérdida de tejuelo). Asimismo permite detectar lagunas temáticas que deben reforzarse, ejemplares que hay que incluir en el catálogo automatizado o que hay que cambiar de depósito, puesto que en el que se encuentran no es el adecuado», afirma Belén Llera. En definitiva, un trabajo de campo arduo y tedioso, cuyos valiosos frutos son atesorados como joyas para este santuario de las letras españolas.

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