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El sector reivindica su protagonismo en las políticas activas de empleo Las empresas de trabajo temporal reclaman un nuevo papel en el mercado «Ya no existen razones que justifiquen las restricciones»

El sector reivindica su protagonismo en las políticas activas de empleo Las empresas de trabajo temporal reclaman un nuevo papel en el mercado «Ya no existen razones que justifiquen las restricciones»
El valor más destacado de las ETT reside en la capacidad de «casar» oferta y demanda J. LUIS MONTERO
Las empresas de trabajo temporal no nacieron lo que se dice con buen pie en nuestro país. Su regulación, que coincidió con la reforma laboral de 1994, sufrió las consecuencias de este origen calificado de «abrupto» por sus protagonistas. Y, quince años después, el pasado todavía pesa. Mientras que en el resto de la antigua Europa de los 16 -a excepción de Grecia, Luxemburgo y Noruega- las ETT cuentan con la posibilidad de convertirse en agencias privadas de empleo, con la consiguiente libertad para ser un actor más de la intermediación laboral, en España estas empresas siguen limitadas por las restricciones legislativas. Desde Randstad, Beatriz Cordero, manager de relaciones institucionales, se refiere a esta diferencia: «En Europa nuestro sector tiene la posibilidad, a través de las llamadas agencias privadas de empleo, de dar un servicio global a sus empresas clientes, puede hacer un proceso de selección, una recolocación, formación... Aquí sólo podemos cubrir puestos temporales».
Después de tres lustros dedicados por completo a la gestión de la temporalidad, las ETT quieren evolucionar -«migrar del concepto de ETT al modelo europeo», apunta el secretario general de Adecco, Santiago Soler- y encuentran que, ante las últimas cifras de paro y el pesimismo de las previsiones, es el mejor momento. Sin embargo, dar el paso definitivo no resulta sencillo. Los expertos en trabajo temporal consultados insisten en la lacra que arrastran desde su origen, que «ha frenado la evolución del sector», como explica Manuel Iglesias, director del Área Legal y de RR.HH. de Alta Gestión,. Incluso los sindicatos, tradicionalmente críticos con estas entidades, aluden a este hecho: «Es difícil proyectar en la sociedad el cambio que se ha dado a lo largo de estos años en la gestión del trabajo temporal, porque es verdad que estas empresas nacieron en un entorno de desorden y con un modelo, en sus inicios, precario», sentencia Chema Martínez, secretario general de Comfia (Federación de Servicios Financieros y Administrativos de CC.OO.), quien recuerda que en ese momento, por ejemplo, imperaba la desigualdad salarial para los contratados por una agencia temporal -algo que desapareció en 1999 con la ley de equiparación salarial-.
El cambio
Tales circunstancias desembocaron en que la regulación del sector estuviera repleta de restricciones. La más evidente es que estas firmas sólo pueden gestionar contrataciones de carácter temporal (por obra y servicio, sustituciones o por circunstancias de producción). De llevarse adelante la propuesta lanzada por las ETT esta limitación se matizaría. «El cambio debe centrarse en superar estas trabas iniciales -apunta Iglesias-, y permitir que aquellas empresas que así lo deseen puedan participar activamente en el mercado laboral a través de recolocación, formación, inserción... Es decir, que sean auténticas gestoras en la creación de empleo». La reivindicación del director del área legal de Alta Gestión se apoya en datos oficiales como los ofrecidos por la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (Agett) que indican que, en el periodo de enero a octubre de 2008, gestionaron casi dos millones de colocaciones, frente a las 292.641 de los servicios públicos de empleo. Otra cifra: según Eurociett las agencias privadas de empleo generarán 1,6 millones de nuevos empleos hasta 2012 en toda Europa.
También son significativas a este respecto las conclusiones que dos recientes estudios, de Alta Gestión y de Randstad, arrojan. Ambos informes coinciden en señalar que más del 80% de los candidatos que acuden a sus oficinas en busca de un trabajo está a favor de que la ETT sea una alternativa al antiguo INEM. Iglesias destaca este dato y lo asienta sobre el rol de los servicios públicos: «En la mayor parte de los casos se ha convertido en un gestor de prestaciones».
Valor añadido
Las empresas de trabajo temporal se enorgullecen de su experiencia y seriedad para asumir este nuevo papel: miles de oficinas en todo el país, bases de datos para casar la oferta con los demandantes... Y los ponen al servicio de la Administración. «Sería, tal como lo es ahora, una medida gratuita para el ciudadano y que podría servir de complemento a la gestión pública», matiza Soler. Aunque no hay que olvidar el carácter privado de estas empresas. El secretario general de Comfia afirma desde una óptica pragmática: «Las ventajas existen, pero muy al hilo se encuentra la propia necesidad de las ETT por diversificar su negocio que, como en el resto de sectores, está cayendo».
En cualquier caso, las capacidades citadas son reconocidas, a día de hoy, por todos los actores del mercado (gobierno, sindicatos y patronales) y, por este motivo, este asunto forma parte de la agenda del diálogo social. Aunque algunas voces, como la del Secretario General de Adecco reclaman un resultado concreto: «Estamos dispuestos a trabajar porque tiene
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que ser fruto del diálogo, pero el proceso no puede ser interminable y no hay un momento más propicio que éste para tomar decisiones».
Otros retos pendientes
También de modo conjunto se está trabajando en otro de los retos a los que se enfrentan las empresas de trabajo temporal: la restricción que les impide actuar en sectores donde se presupone que la temporalidad puede generar un alto riesgo, tales como construcción, minería o sanidad. Beatriz Cordero reivindica que desaparezca esta medida ya que «nuestra exigencia en prevención de riesgos laborales es muy estricto». En similares términos se expresa el secretario general de Comfia: «Hay una parte de peligrosidad que sería menor si pudieran participar estas empresas».
Además de la apertura sectorial, existen otros retos en relación con las ETT. El primero tiene que ver con la temporalidad. «Paradójicamente -precisa el secretario general de Adecco- cuanto mayor es nuestra participación, menor cota de temporalidad existe». En nuestro país la actuación de las ETT es similar a la de Portugal, Italia, Suecia o Finlandia, sin embargo, la tasa de temporalidad (que alcanza el 30%) es la más alta de la UE.
Por su parte, Chema Martínez advierte de que la naturaleza de las empresas de trabajo temporal va ligada a cierta precariedad, en el sentido de que un trabajador contratado por ella nunca llega a tener igualdad de condiciones con un compañero de la misma compañía. Por este motivo, el secretario general de Comfia, sin restar profesionalidad a este sector, expone que, si se llevaran a cabo las propuestas, «la principal prevención tendría que ver con el respeto al principio de igualdad y no discriminación».
Intermediación
Directiva
La reciente Directiva Europea de ETT insta a los estados miembros a revisar las restricciones que afecten a la actividad de este sector en el plazo máximo de tres años. También exige aplicar la equiparación salarial, una medida que en España funciona desde el año 1999.
Francisco Aranda preside desde 2007 Agett, la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal que agrupa a Adecco, Alta Gestión, Eulen Flexiplan, Randstad y Start People. Sólo entre estas seis ETT suman 868 oficinas en el territorio nacional y gestionan el 47% de los contratos temporales en nuestro país.
Con tales cifras sobre la mesa, Aranda no duda ni un instante en reclamar que las ETT «que quieran y puedan» tengan la posibilidad de convertirse en plenas agencias de empleo, siempre bajo el tutelaje estatal. «Así deben poder gestionar contratación indefinida, ejercer su actividad en todos los sectores y poder colaborar con los servicios públicos de empleo en la orientación, formación y colocación de los desempleados».
Además de las cifras, en las que apoya sus declaraciones, el presidente de Agett alude al ahorro que supondría la aplicación de un modelo similar al de la agencia global (o privada) de empleo. Según Aranda, supondría como mínimo duplicar de forma inmediata y a coste cero para el Estado el número de oficinas de colocación. Por tanto, propone sin empacho este tipo de modelo para las ETT y se lamenta de que no se impulse: «No me parece justo, ni tampoco socialmente aceptable, que estos recursos sigan sin estar a plena disposición de los más de tres millones de parados que tenemos en estos momentos».
Pero no todo pueden ser flores hacia el sector de las empresas de trabajo temporal. Si se echa la vista atrás es innegable que los comienzos fueron complicados y Francisco Aranda lo reconoce: «Es verdad que el modelo que se reguló en España en 1994 no se adecuaba a la realidad sociolaboral de nuestro país». Sin embargo, hoy las cosas han cambiado bastante y desde este planteamiento el presidente de la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal concluye reconociendo que «ya no existen razones objetivas ni técnicas que justifiquen las restricciones que aún padece este sector y que son un anacronismo normativo con respecto a Europa».
Propuesta