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El Rey pide redoblar esfuerzos para el alto el fuego en Gaza

Su Majestad el Rey insistió ayer en que hay que «redoblar los esfuerzos diplomáticos necesarios para lograr el alto el fuego que ponga fin cuanto antes a la situación de violencia y sufrimiento en la zona». Este es el segundo llamamiento por la paz de Don Juan Carlos en diez días, pero el de ayer lo hizo ante el embajador de Israel y el delegado de la Autoridad Nacional Palestina, así como ante los representantes de los cerca de doscientos países acreditados en España.

En la recepción al cuerpo diplomático, a la que asistió acompañado por la Reina y los Príncipes de Asturias, el Rey mostró también su deseo de profundizar e impulsar las relaciones con EE.UU, al que calificó de «gran país amigo, socio y aliado», ante la próxima toma de posesión de Obama como presidente. Minutos antes, los Reyes y los Príncipes habían recibido el saludo con sabor a despedida del embajador Aguirre, que pronto abandonará su cargo en España.

La crisis económica también estuvo presente en el discurso del Rey, quien pidió cooperación para superarla lo antes posible y «retornar cuanto antes a una senda generalizada de crecimiento y empleo», pero sin olvidar la lucha contra la pobreza. Don Juan Carlos instó a «sentar las bases para un crecimiento más saneado, sostenible y duradero».

En representación del cuerpo diplomático intervino su decano, el nuncio apostólico, Antonio Monteiro de Castro,quien destacó la cercanía, el cariño y la solidaridad, tanto personal como institucional, de los Reyes ante el sufrimiento de los pueblos. El nuncio hizo un llamamiento a favor de la paz y afirmó que es necesario un código ético común, cuyas normas no sean sólo fruto de acuerdos, sino que estén escritas en la conciencia humana.

A la recepción, la más colorista de cuantas se celebran en Palacio, ya que los embajadores de algunos países acuden con sus vistosos trajes de gala tradicionales, también acudieron el presidente del Gobierno y el ministro de Exteriores. Moratinos pisó por descuido la cola del vestido de la Reina, quizá porque la víspera se había acostado a las cinco de la madrugada, recién llegado de Oriente Próximo. Otras anécdotas fueron que la Princesa repitió el mismo vestido de terciopelo rojo que el año pasado y que el embajador de Irán -socio de la Alianza de Civilizaciones que impulsa Zapatero- se limitó a saludar verbalmente a Doña Sofía y a Doña Letizia, pues su religión no le permite tocar a las mujeres.

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