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Divino paro

Divino paro

Se lo decía Eugenio d´Ors a Pemán: «A las beatas, querido José María, conviene escandalizarlas de quince en quince días». Y eso, asustar a las beatas, es lo que va a hacer Gallardón con la campaña publicitaria del autobús del ateísmo en Madrid. Pones acá a media docena de beatas asustadas y pones allá a media docena de Kanoutés en camiseta palestina, y ya estás en el centro, que en el caso de Gallardón es de lo que se trata. Ahora, cómo estará el ateísmo de canino, si los cuatro paragüeros positivistas que hay en Madrid se sienten obligados a rascarse las pelusas del forro de los bolsillos para poner un anuncio con que «épater le bourgeois». (Ganivet, el de la barba moruna y el cuello de pajarita, comparaba a estos librepensadores con el paraguas de su criada, útil contra la lluvia, pero inútil ante el gran sol de una idea «grande y pura»). El librepensador, decía Bertrand Russell con su risa de pájaro carpintero, debe estar libre de dos cosas: la fuerza de la tradición y la tiranía de sus pasiones. «El librepensador se caracteriza no por sus creencias, sino por su manera de sostenerlas». ¿Es de librepensador meterle mano a Dios con un anuncio en un autobús? «Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida». Desde luego, parece una majadería, aunque los orteguianos siempre pueden agarrarse a la distinción entre ideas y creencias. ¡Qué buen tema para discutir en la parada del autobús! Pero, si de creencias se trata, más útil sería referir la campaña publicitaria al paro. «Por el pleno empleo. Motivos para creer», decía Zapatero en primavera. En invierno, un ministro sin estudios -¿cabe mayor «glamour» progresista?- acaba de proporcionarle a Zapatero el récord histórico de paro. Ya veo los autobuses de los paragüeros del Régimen: «Probablemente el paro no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida». Dicen que los parados acuden como moscas a alistarse al Ejército, aunque ya no se sabe si por el «marketing» del paro o por el «glamour» de la Chacón. Bien lo avisó el flautista Salvador Boix: «¿Los toros? ¡«Marketing» y «glamour»!». Y al que le dé miedo torear, a desfilar.

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