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Y la poesía cogió al mundo por los pies

Presentación en sociedad de «27 Paraguas», el primer libro de Estelle Talavera Baudet. La compañía «Dragones en el andamio» ejerció de anfitriona teatral de un estreno lleno de poesía, música y paraguas.

Y la poesía cogió al mundo por los pies

Si la poesía es un ejercicio lírico digno de reconocimiento, una mención mayor merece el intento de musicalizar los versos imaginados en el mundo del intelecto y escritos con fruición por las lúcidas mentes de los autores. Pues bien, el más difícil todavía: adaptar teatralmente los poemas de un libro y aderezarlos con maestría mediante una banda sonora de piano de cola y violín.

Este mágico y circense contexto rodeó la presentación de “27 Paraguas” (Los Libros de El Problema de Yorick), el debut en la poesía de la joven escritora Estelle Talavera Baudet (Madrid, 1979). Tres pasos (Abrir el paraguas, Coger carrerilla y Volar) consumados a lo largo de las 83 páginas repletas de versos que recorren la experiencia vital y onírica de una autora, a la que algunos comparan con E. E. Cummings, y que en la puesta de largo de su personal viaje en paraguas se atrevió a disfrazarse de actriz. Pero no de una actriz cualquiera, ni siquiera de segunda fila o de películas de serie B. La actriz que durante hora y media ocultó el rostro de la autora fue ella misma, la protagonista de su propia vida, la intérprete de “27 Paraguas”.

Parapetada detrás del correspondiente paraguas, Estelle Talavera contó, eso sí, con unos colaboradores de lujo. En la adaptación teatral de sus versos la compañía “Dragones en el andamio” dibujó mágicas escenas con las letras, mientras que el consagrado violinista Ara Malikian y el pianista porteño Marcelo Bellagamba se encargaron de componer la música que a todo lector (ahora espectador) le hubiera gustado escuchar. La misma música que, a buen seguro, la autora imaginó, letra por letra, en el largo y compulsivo camino de escritura de “27 Paraguas”.

Equilibristas, hombres elefante, marionetas, leones, bailarinas… comparten escenario con la doméstica realidad de quien se imagina su día a día verso a verso, coma a coma, página a página, siempre con el paraguas protector por si le sorprendiese la lluvia. Siempre la lluvia, la maldita y perenne lluvia que a todo escritor de poesía, racional y pasional (todo en uno, aquí sí es posible) le acompaña en las largas noches de vacío creador. Pero escampó y el presentador se vistió de frac para ejercer de guía en la madrileña sala Espacio Temporal. Todos aplaudieron, incluso la mujer barbuda, y hubo incluso a quien le tocó imaginar los paraguas al abrigo del frío nocturno. La ocasión lo merecía.

A la salida actores, músicos y autora vieron su objetivo cumplido: cogieron el mundo de los asistentes por los pies, le dieron la vuelta a su oscura realidad llenándola de la fantasía de la poesía hecha teatral realidad con música de fondo. La misma poesía que para la escritora madrileña “es un divertido juego de sensaciones con el que descubrirse uno mismo” y que la permitieron conversar de forma intimista con su entregado público. Hay quien no se ha recuperado y sigue subido al paraguas, cabeza abajo. Buen viaje, el de Estelle Talavera Baudet.

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