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Los países del este de Europa, víctimas de la «guerra del gas»

Dos jóvenes cortan madera en Sofía, la capital de Bulgaria / AFP

"Guerra fría". Así, con grandes letras, es el titular con el que el diario "24 Tschassa" ha llegado a los kioscos de Sofía, la capital búlgara. "En mi casa la temperatura no llega a 14 grados", dice una ama de casa de 53 años, en días en los que los jubilados suelen sentarse en el salón de sus casas con la chaqueta puesta.

Dos millones y medio de hogares búlgaros están equipados con un sistema de calefacción central que funciona a gas. Desde que los gasoductos ucranianos dejaron de bombear gas ruso, miles de personas padecen frío en Bulgaria, un país que depende en un 95 por ciento del suministro de Rusia.

Alemania, reservas para 70 días

Otros países, como Alemania, cuentan con reservas para 70 días y pueden recurrir en el peor de los casos a otros proveedores de gas, como Noruega. Pero en el este y en el sur de Europa la gente tiembla de frío. Y la indignación empieza a crecer.

El jefe de la energética rusa Gazprom, Alexei Miller, ha anunciado que el suministro se retomará pronto, pero incluso en ese caso no se podrá bombear suficiente gas por los conductos de forma inmediata. La situación continuará siendo complicada durante varios días. Mientras tanto, los países afectados se brindan "ayuda fraternal": Hungría, por ejemplo, venderá gas a Serbia.

"No es correcto que Bulgaria sea la víctima de un conflicto de este tipo", dice el jefe de gobierno, Sergei Stanishev. Varios jardines de infancia y colegios tuvieron que cerrar sus puertas hoy jueves.

En lugar de los 12 millones de metros cúbicos habituales, el país sólo cuenta ahora con siete millones diarios, que a partir de la próxima semana serán incluso sólo 4, 5 millones. Y las grandes empresas del sector industrial no están siendo abastecidas con gas.

Debido a la situación de emergencia, Bulgaria está presionando a la Unión Europea para retomar el funcionamiento de un reactor en la central nuclear Kosloduj, en las orillas del Danubio, desactivado antes entre distintas controversias. Y la gente en Sofía toma por asalto los centros comerciales para comprar radiadores eléctricos.

A los afectados les da igual quién sea el culpable de la actual "guerra del gas" entre Rusia y Ucrania, y protestan delante de eficios de ambos países. Incluso los calefactores a carbón se han vuelto a poner de repente de moda.

Eslovaquia, al borde del colapso

La situación no es muy distinta en Eslovaquia, donde miles de consumidores industriales no reciben gas desde el pasado miércoles para no poner en peligro el suministro de hospitales, colegios y consumidores privados. Las centrales automotrices de PSA Peugeot- Citroen, en Travna, y de Kia Eslovaquia, en Zilina, han parado su producción durante esta semana.

El gobierno está desconcertado frente a esta crisis sin precedentes. El ministro de Economía, Lubomir Jahnatek, respondió a los periodistas, que preguntaron qué otras fuentes tenía Eslovaquia a disposición, de la siguiente manera: "¿Otras fuentes? íNo tenemos ni una! " También el director general de una de las más grandes imprentas eslovacas en Komarno, cerca al Danubio, hizo hoy un llamado de emergencia: "Si no nos abastecen con gas hasta mañana, varios periódicos dejarán de publicarse en los siguientes días".

Sólo los escolares tuvieron una alegría inesperada con la prolongación de las vacaciones de Navidad. "Fabuloso", fue el comentario de una estudiante en el norte del país respecto al cierre de su colegio por la falta de gas.

El descontento es especialmente duro en Serbia , que apenas a comienzos de año vendió su industria petrolera por un precio muy bajo a Rusia, a cambio de la promesa de un suministro de gas seguro por parte de Moscú.

Y encima de todo, los precios de los calefactores elÙctricos subieron en Belgrado hasta en un 50 por ciento. Dragan, un oyente de la radioemisora B92, dio rienda suelta a su impotencia sobre los "especuladores de los calefactores" en público: "íÉsos son los que sacan provecho de la guerra! " Sólo en Novi Sad, la tercera ciudad del país, hay 80.000 personas afectadas. Muchos intentan acomodarse en casa de parientes que utilizan madera y carbón para sus calefacciones. Y la situación ha empeorado dramáticamente en Pancevo, sede de la industria petrolera serbia.

Como un "drama en el asilo", describió el diario "Blic" la situación de 200 jubilados, de los cuales 60 no pueden valerse por sí mismos. La calefacción del asilo no funciona, y no hay agua caliente. La cocina y la lavandería han dejado de operar, ya que necesitan gas para su funcionamiento.

En Kikinda, cerca a la frontera con Rumania, y en Gornji Milanovac, 120 kilómetros al sur de Belgrado, los hospitales están en estado de emergencia. Casi todos los pacientes han sido dados de alta, según informaciones de la dirección de los sanatorios, y sólo los enfermos de gravedad seguirán siendo atentidos en salas comunes, si no son trasladados a clínicas en las ciudades cercanas. Se ha pedido además calefactores elÙctricos a los parientes, para garantizar al menos temperaturas mínimas. Ya que el bombeo de gas tardaría varios días en alcanzar su nivel habitual en los gasoductos -eso en caso de que la "guerra del gas" se solucione pronto-, la mayoría de afectados pone su esperanza en una subida de las temperaturas. Sólo de esa manera se podría evitar el colapso total.

La empresa abastecedora de gas en Hungría, FGSZ, estima que cada grado menos de temperatura aumenta el consumo de gas del país en 2 millones de metros cúbicos.

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