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El paraíso maoísta de Nepal

Siete meses después de la abolición de la Monarquía, en Nepal los maoístas insisten en que respetarán la propiedad privada y el capitalismo, pero en el oeste del país ya existen comunas como en la Rusia soviética o la China de Mao

El paraíso maoísta de Nepal

En ésas comunas agrícolas, formadas por unas 40 familias, todos los vecinos comparten las tareas y la cosecha, no existe la propiedad privada y están prohibidos la religión, el alcohol y la discriminación de los intocables.

¿Cómo será el nuevo Nepal surgido tras la abolición de la Monarquía el pasado mes de mayo? En el poder desde su victoria en las elecciones de abril, la antigua guerrilla maoísta, reconvertida en partido político, sigue insistiendo en que respetará la propiedad privada y la capitalista economía de mercado. Pero su gestión ha sido bien distinta en otras zonas del oeste de Nepal donde los rebeldes liderados por el actual primer ministro, Prachanda «El feroz», tenían su bastión durante los diez años que duró su lucha contra el Gobierno.

En los distritos de Jajarkot, Rukum y Rolpa siguen funcionando cuatro comunas que parecen sacadas de la Rusia soviética o de la China de Mao. En cada una de ellas viven entre 30 y 40 familias que lo comparten absolutamente todo, ya que no existe la propiedad privada y los habitantes se reparten tanto las tareas agrícolas como la cosecha una vez recogida.

Matanza de campesinos

Así ocurre en la comuna Juni de Jajarkot, fundada después de que la Policía matara a 20 campesinos en dos masacres que tuvieron lugar en 1999. En esta localidad conquistada por los maoístas, sus vecinos decidieron colectivizar sus tierras y vivir en común para atender así a las viudas y huérfanos de la matanza.

Sometidos a una férrea disciplina militar que les obliga a hacer ejercicio físico cada día, los habitantes de la comuna tienen prohibido beber alcohol y no pueden celebrar ninguna de las fiestas religiosas que abundan en esta nación, de mayoría hinduista, perdida en las cumbres del Himalaya. La única jornada de fiesta que conmemoran es el Día de la Guerra Popular el 15 de febrero, la fecha en que la guerrilla maoísta lanzó su ofensiva contra la Monarquía en 1996. De hecho, la sociedad se ha vuelto tan laica que no se ofician funerales, sino que se celebra un servicio social para recordar sus aportaciones al colectivo.

Abolición de las castas

Por otra parte, entre los logros positivos de las comunas destaca la abolición del sistema de castas que aún impera en Nepal, por lo que todos sus ciudadanos son iguales y ninguno es discriminado por ser un «dalit» (intocable). Además, el Departamento de la Tercera Edad atiende a los ancianos, siguiendo la máxima marxista de «a cada cual según sus necesidades y de cada cual según sus habilidades».

«Todo el mundo comparte las tareas y eso hace más fácil sobrellevar la adversidad», explica al «Nepali Times» el jefe de la Liga de las Juventudes Comunistas en la comuna de Balidan, Ganesh Man Pun, quien apuesta por conservar, e incluso incrementar estos modelos de organización en el futuro».

Pero ése futuro está en entredicho porque la guerrilla se comprometió a desmantelarlas con el acuerdo de paz de 2006. De hecho, una de las posibilidades que baraja el Partido Comunista-Maoísta es convertirlas en cooperativas agrícolas con la reforma agraria que ya ha anunciado para repartir tierras entre los campesinos.

«Hay que llevar a cabo una auténtica revolución en el campo para liquidar un modelo basado en la explotación, pero hace falta consenso entre todos los partidos políticos», asegura a ABC Dinanaht Sharma, miembro del comité central del Partido Comunista-Maoísta y uno de los lugartenientes de su líder, Prachanda «El feroz».

Dinanaht Sharma pretende despejar temores al insistir en que «somos comunistas del siglo XXI y nuestro objetivo es acabar con la Monarquía y el feudalismo, pero aceptamos la economía de mercado y el capitalismo». Eso es lo que propugna la «vía de Prachanda», que quiere alcanzar el desarrollo de Nepal adaptando a este país lo mejor del comunismo y del capitalismo con el fin de crear una sociedad igualitaria.

«Hay que llevar a cabo una revolución en el campo para liquidar un modelo basado en la explotación»

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