El 40% de los hijos de maltratadas han sufrido también violencia física y psíquica
Casi el 80 por ciento de las mujeres maltratadas que ingresan en un centro de recuperación integral tienen estudios de segundo grado o una licenciatura; el 81 por ciento son españolas y el resto pertenecen a 25 nacionalidades (la mayoría proceden de Suramércia y de la UE), y la mitad reconoce haber abortado en alguna ocasión. Su media de edad es de 34 años y cuando dicen basta han estado casadas o conviviendo con su pareja nueve años. A casi todas -nueve de cada diez- los jueces les conceden la custodia de sus hijos, a los que llevan con ellas a vivir a este tipo de centros durante una media de 18 meses. El 40 por ciento de esos pequeños han sufrido malos tratos físicos y psíquicos, según sus madres. Estos son algunos de los datos que contiene el libro-estudio presentado ayer en Madrid «Quince años de experiencia del centro de atención y reinserción de mujeres maltratadas en la recuperación de mujeres, niñas y niños víctimas de la violencia de género».
Se trata de un informe sociológico en el que se estudian quince años de este centro pionero en España (1991-2006), basándose en las 355 mujeres y 484 menores que han pasado por él. Pese a que el universo de estudio es minoritario comparado con las 125.000 denuncias anuales por malos tratos, las cifras y los perfiles son muy significativos y permiten «desmontar algunos estereotipos en torno a la violencia de género»: ni la buena posición social, ni el alto nivel cultural, ni la holgura económica o la independencia laboral eliminan el riesgo de padecer maltrato.
Los agresores también pueden estar en cualquier parte: el 14 por ciento tienen por su profesión un trato directo con mujeres; hay maltratadores entre quienes se dedican a la atención directa a víctimas: policías nacionales, militares, comisarios, médicos, dos presidentes de diputación provincial, un consejero de una comunidad autónoma, profesores o un director de cine. El diez por ciento del total eran albañiles y el seis por ciento no trabajaba. Si se analiza la lista aparecen todas las profesiones, desde taxista a guitarrista, pasando por narco.
El delegado del Gobierno para la Violencia de Género, Miguel Lorente, que presentó el estudio, avanzó el propósito del Ejecutivo de implantar cuanto antes las pulseras GPS para controlar a los agresores no condenados a prisión. Se está buscando un sistema multialarma que avise a la Policía y a la propia familia. El modelo es el que ya funciona en Madrid y el brazalete lo podrían llevan entre 3.000 y 4.000 personas.
El 58 por ciento de las mujeres que han denunciado malos tratos no han retirado la denuncia y la mitad tienen parte de lesiones (nueve de cada diez aseguran haber sufrido maltrato físico). La noticia positiva es que sólo nueve mujeres tuvieron que reingresar en el centro porque, como destacó la presidenta de la Federación de Asociaciones de mujeres separadas y divorciadas, Ana María Pérez del Campo, «la mayoría recupera el pulso de su vida». Del Campo denunció que acaban de recibir dos cartas anónimas, con matasellos de dos poblaciones de Ávila, llenas de amenazas: «El día más feliz de mi vida fue el 26 de febrero, cuando en un solo día fueron eliminadas cuatro putas». Una de las misivas va dirigida al profesor Neira. El valiente dice que espera ansioso su muerte por meterse donde no le llaman.
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