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El cuerpo de Eva Mendes, Paz Vega y la señora Scarlata, y el «Spirit» de Frank Miller

El cuerpo de Eva Mendes, Paz Vega y la señora Scarlata, y el «Spirit» de Frank Miller

Frank Miller escribió y produjo «Los 300» y ayer se trajo a España a las tres protagonistas femeninas de «The Spirit», su segundo título como director, un nuevo cómic filmado con su particular estética aviñetada. Pese a la (des)proporción entre hombres y mujeres en ambas películas, estaría feo adaptar el refrán y recordar que más vale pájara en mano que ciento volando, sobre todo porque ninguna de ellas merece el apelativo, pero lo cierto es que fue un placer tenerlas tan cerca de las yemas.

Scarlett Johansson, la única veinteañera del grupo y recién casada como delataba un anillaco de muchos quilates, definió a Frank Miller como «un visionario» y se declaró encantada de hacer todo tipo de papeles, incluso sin los diálogos de Woody Allen: «Si estuviera encasillada haciendo siempre los mismos personajes, sería muy aburrido», argumentó.

Scarlett confesó que se siente una intrusa en «el club del cómic» -prefiere los musicales- y contó alguna confidencia sobre el rodaje en España de «Vicky Cristina Barcelona», junto a unos encantadores Penélope Cruz y Javier Bardem: «Fue muy extraño, porque había tanta gente que era difícil encontrar las cámaras. Allá donde fuéramos había miles de personas y era complicado concentrarse en el papel».

Paz Vega, una exótica bailarina francesa en la película, contó que le enviaron el guión como si se tratara de un documento secreto que debía devolver ese mismo día. Pese a la escasa duración de su papel, no tenía la menor queja al respecto: «No mido los papeles por cantidad, sino por calidad».

La sevillana, que sueña con ser una chica Bond, vive un gran momento profesional, hasta el punto de que no sabe si podrá aceptar todas las ofertas procedentes de Estados Unidos, donde reside varios meses al año. Su único lamento fue por la falta de ofertas desde España, aunque ha demostrado estar dispuesta incluso a hacer series televisivas.

No hay papeles para latinas

Eva Mendes merecería una crónica para ella sola. Simpática, sencilla y a la vez espectacular, exhibió un esforzado castellano que era el acompañamiento perfecto al regalo que ya supone para la vista. Pese a todo, admitió que ha tenido que hacerse productora, aunque detesta ese mundillo, porque nunca vienen los papeles que quiere hacer. Su primer título como productora, «Live», trata sobre la telerrealidad. Ahora ha comprado los derechos de dos guiones y de un libro de la escritora Ana Menéndez, también de origen cubano. «No quiero producir», insiste, «no me gusta ese mundo, es muy difícil y tienes que pedir un dinero que te rechazan a menudo, pero es la única forma de conseguir papeles para mujeres. Hollywood está mejorando para las latinas, pero aún no hay papeles. Con todo, reconoció que en el cine estadounidense ser latina también ayuda a veces: «Hay muchas actrices rubias y muy parecidas -esto lo dijo sin Scarlett delante- y yo destaco».

La actriz también contó que al principio rechazó el papel en «The Spirit» porque quería hacer «algo más serio». «Pero entonces conocí a Frank Miller y me enamoré de él», relata. Pese a imprimir un sello tan personal a sus películas, en las que los actores corren el riesgo de quedar difuminados, no faltaron elogios hacia el realizador: «Prefiero trabajar con alguien que no sea muy amable pero que sepa lo que quiere. Frank Miller es muy amable y sabe lo que quiere, y además lo consigue».

Otra razón para rechazar el papel es que Eva Mendes no se imagina como mujer fatal: «Cuando mis hermanos y mi madre me ven con una pistola en las películas se ríen. No soy una chica dura, aunque cuando me veo en fotos hay algo muy fuerte que sale de dentro. Por una razón o por otra siempre me ofrecen esos papeles. Pero yo soy más sensible».

La actriz siempre acude a los rodajes junto a su maestra de actuación, que la acompaña desde hace nueve años. «Llegaba al estudio con mis notas y Frank siempre estaba dispuesto a colaborar. Luego hacía lo que quería, como es lógico, pero pero me ayudaba mucho».

Y cómo no, llegaron las protestas contra los paparazzi: «Sólo por ser actriz no me merezco que me persigan cinco coches en cuanto salgo de casa». Y tras pedir perdón una vez más por su castellano, se despidió con un «Escriban que lo dije perfecto».

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