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Maragall, sin resentimientos

Maragall, sin resentimientos

«Me duele que piensen en que sólo me mueve el resentimiento», aseguró Pasqual Maragall. Posiblemente, esa fue la única frase solemne que el ex presidente catalán pronunció en un desenfadado y optimista discurso dirigido a los muchos amigos que ayer acudieron a la presentación de sus memorias en el Palau de la Música. Si alguien esperaba rencor o dardos envenenados, se quedó con las ganas. Es cierto que en «Oda inacabada», Maragall no descubre excesivas novedades, pero sí aborda crudamente el abandono que sufrió por parte del PSC tras la tramitación del Estatut. Proceso que, paralelamente, algunos dirigentes del PSOE canalizaron en forma de «agresiones verbales» hacia el alcalde olímpico. De ahí, la gran expectación que generó la presencia anoche de la plana mayor de los socialistas catalanes.

El encaje de manos con su sucesor al frente de la Generalitat, José Montilla, no fue lo que se dice entusiasta, pero la ocasión invitaba a poner el acento en las cosas realmente importantes. «Pasadlo bien, que la vida es corta», fue el colofón de una intervención, la de Maragall, precedida por la de su hija Cristina, posiblemente la más emotiva. «Si todos fuéramos como mi padre, si no mejor, el mundo sería diferente», dijo. Aludió, como no podía ser de otra manera, a la enfermedad de Maragall, el Alzheimer. «Será difícil, seguiremos luchando, pero el padre ha ganado. A un hombre que se ríe de sí mismo, nadie puede vencerle», manifestó Cristina.

El toque absolutamente latino lo puso el ex alcalde de Roma, Francesco Rutelli. «Estamos aquí para hacer una declaración de amor político», dijo el viejo amigo de Maragall. También intervino el ex alcalde de Barcelona y ex ministro de Defensa, Narcís Serra, quien aludió a la «soledad del político que tiene ideas propias», así como el ex conseller de Cultura, Ferran Mascarell,hoy consejero de RBA, editora de un libro que calificó como «inteligente, sincero, tranquilo y respetuoso».

Conducido por la periodista Gemma Nierga, al acto asistieron unas 1.500 personas, entre ellas el líder de la oposición, Artur Mas; la presidenta del PPC, Alicia Sánchez-Camacho; y el líder de ICV, Joan Saura. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no envió a ningún representante, mientras que de ERC sólo acudió su portavoz parlamentaria, Anna Simó.

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