Hazte premium Hazte premium

El globo de Rajoy

ENTRA en lo posible, no en lo deseable, que algún día las tres provincias vascongadas, o parte de ellas, se desgajen del tronco español. El País Vasco se convertiría entonces en un Estado independiente. La hipótesis, fríamente considerada, es dolorosa para España y catastrófica para los vascos; pero mientras haya grupos encerrizados en la idea separatista lo que debiera ser energía positiva e integradora, impulsora de progreso, certeza y bienestar, se vuelve freno, albur y desasosiego. Si llegara ese día en que se obstinan Juan José Ibarretxe y unos pocos más, pasaría a tener sentido que la bandera constitucional española no ondeara en la Cámara de Vitoria y, de ahí hacia abajo, en ninguna de las instituciones vascas. Mientras, convienen a la razón y al orden que la ley se cumpla y, como ha vuelto a sentenciar el Tribunal Supremo, la bandera de España luzca y recuerde a la ciudadanía, a toda ella, su significado.

En el País Vasco se hace cierto lo que predicaba Abraham Lincoln, el republicano sin el que el demócrata Barack Obama no hubiera llegado a presidente de los EE.UU.: «El que hace algo a la cabeza de diez hombres, eclipsará al que no hace nada a la cabeza de diez mil». En eso, en actividad y perseverancia, es en lo que los «malos» suelen ganarle a los «buenos». A la contra se juega mejor porque es más fácil negar que afirmar y las minorías disidentes gozan siempre del prestigio de quien, con razón o sin ella, se enfrenta a la ley y lo establecido. Los separatistas vascos, los de la pistola y los del referéndum, no descansan y los demás, la mayoría, se limita a encogerse de hombros y, como mucho, lanzarles una mirada desdeñosa.

Las próximas elecciones vascas, en las que el probable éxito socialista puede poner en un brete a José Luis Rodríguez Zapatero, serán piedra de toque para comprobar la ley de Mariano Rajoy. Una circunstancia tan decisiva debiera estimular al siempre sesteante líder del PP a la acción y al movimiento, pero no parece que sea así. La obstinación soberanista corre parejas con la pertinaz inactividad de los de la gaviota. Las opciones del PP son escasas, especialmente tras las desavenencias y conflictos que, con ventanas a la calle, ha escenificado por aquellos pagos el equipo de Rajoy. El candidato, Antonio Basagoiti, se postula para lehendakari con un póster en el que se le ve de niño -monísimo, por cierto- y con un lema que reza aurrera begira. Mirando al futuro. Así es la comunicación en su partido. Cuando invocan el futuro, lo que siempre es un recurso retórico, lo hacen desde una treintena de años atrás. Desde el pasado. La primavera, cuando se abrirán las urnas para el Parlamento de Vitoria, ya está ahí. Ignoro los votos que alcanzará el intento paidocrático de Basagoti, pero a Rajoy ya se le ve en globo. En competencia con Joseph y Etienne de Montgolfier.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación