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Ana R. Cañil reivindica a las mujeres de los maquis en el libro premiado con el Espasa de Ensayo

Ana R. Cañil reivindica a las mujeres de los maquis en el libro premiado con el Espasa de Ensayo

La guerra había terminado. La paz no era de todos. Gran número de españoles se vio obligado al exilio, mientras que otros no admitían la situación política en la que había desembocado el conflicto y decidieron seguir la lucha. Eran los maquis, los que se echaban al monte para batallar por sus creencias civiles. Sobre ellos ha escrito Ana R. Cañil «La mujer del maquis», premio Espasa de Ensayo 2008.

Su obra se abre paso entre seres que sufren -«de tanto sufrir se me gastó el miedo», dice uno de los personajes femeninos-. Las palizas, las cárceles, la huida continua eran el día a día de los guerrilleros. Pero había otro frente, el de los enlaces que algunos autores han calculado en 60.000 y otros en unos 20.000, que, sin embargo, coinciden en que un cincuenta por ciento fueron mujeres. En ellas ha puesto una mirada especial Cañil: «Eran novias, amantes, esposas, madres, por lo que resulta obvio que no los dejaran sin alimento». Ni aliento. El sufrimiento de familias enteras fue terrible, y aunque algunas mujeres fueron condenadas hasta a 20 años de cárcel, tenían, según la escritora que tanto ha ahondado en sus vidas, más habilidad que los varones para redimir condenas. La investigación a la que la autora se ha entregado -está enriquecida con importantes documentos- en España y fuera de ella da sus frutos. El escenario elegido para su obra es la comarca de la Marina de Occidente de Cantabria. La historia empieza en los años 40 y 50, y se mantiene hasta la fecha. Supervivientes y herederos lograron, finalmente, pasar a Buenos Aires, lugar que eligió, por ejemplo, Mercedes San Honorio, Leles, novia de Francisco Bedoya , un maquis que se convirtió en mito y con quien tuvo un hijo. Otros huidos eligieron La Habana.

El primer borrador de la historia

Ana R. Cañil asegura que no ha pretendido escribir un libro como historiadora, aunque como periodista afirma que «el periodismo es el primer borrador de la historia». No se centra sólo en la parte política, sino que también elige ámbitos de sentimientos. «Los testimonios fueron tan sólidos, tan brutales, que me ha sido imposible reprimir las emociones, lo que los protagonistas me transmitían», afirma.

¿Románticos, héroes, bandidos? «Hubo de todo, porque, indudablemente, también se apuntaron sinvergüenzas, pero no es lo común. Lo que era inevitable es que fueran a un dentista a que le sacaran las muelas a un maquis y a pedir y robar alimentos para sobrevivir. Cuenta la autora que con este libro no ha querido unirse a remover la memoria histórica -«aunque me venga bien la situación»-. Ella ha seguido durante años el rastro de personas a las que no sólo atacaba el franquismo, sino que se vieron abandonadas por el partido comunista a instancias de Stalin.

¿Maquis entre el bien y el mal? Ana elige las palabras de Raymond Aron: «En la peripecia humana no se puede distinguir con nitidez entre buenos y malos».

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