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Uno de los porteros detenidos incrimina a un compañero en la muerte de Ussía

Uno de los porteros detenidos incrimina a un compañero en la muerte de Ussía

Un giro inesperado. Eso es lo que ha ocurrido respecto a la autoría del brutal asesinato de Álvaro Ussía, de 18 años, que perdió la vida tras recibir, supuestamente, una brutal paliza en la puerta del Balcón de Rosales, de manos de tres porteros. Así, uno de los detenidos por su relación con la muerte, David S., incriminó directamente a uno de sus compañeros, el considerado supuesto autor material del homicidio: Antonio S., conocido como «Toño» o «Pitoño».

En su declaración ante la Policía Nacional, manifestó que, cuando estaban en el exterior de la discoteca, «Antonio le hizo un barrido y se tiró a plomo con su rodilla sobre su pecho». Así se recoge en el sumario, cuyo secreto se levantó el jueves. Este testimonio no tiene nada que ver con lo que manifestó el propio David S. posteriormente al juez. Entonces, él, al igual que sus compañeros, atribuyeron el fallecimiento de Ussía a un accidente provocado al caer Antonio S. sobre Ussía.

Rotura del corazón

Este hecho fue, presumiblemente, el que le habría ocasionado la muerte, a causa de una rotura cardíaca traumática -se le partió el corazón-, según consta en el informe preliminar de la autopsia. A pesar de que le intentaron reanimar por espacio de una hora de las dos paradas cardiorrespiratorias que sufrió, pereció.

El testimonio de David S., coincide en este punto con el de uno de los amigos del fallecido, al que presuntamente empujó la víctima cuando bromeaban dentro de la sala. Ello hizo, como aseguraron otros testigos, que dicho amigo empujara, a su vez, a una chica rubia.

El acompañante de Ussía manifestó que éste fue expulsado violentamente de la discoteca por varios porteros, y que, una vez en la calle, «recibió un «barrido» que le hizo desplomarse». Añadió que, una vez en el suelo, los encargados del local siguieron golpeando a su amigo, al que propinaron «una brutal paliza en la que le patearon la cabeza». Y agregó que Antonio S., al que todos describen como calvo, cayó a plomo con su rodilla sobre el pecho de Álvaro. Este último fue el que le tumbó y le dio puñetazos, pero no el que le expulsó del local, agregó, pues iba con ropa de calle, no como los otros. Tras ello, indicó que su amigo fue asistido por una pareja de socorristas que se encontraban en la zona, antes de la llegada de los servicios de Emergencia.

Otros de los que presenciaron los brutales hechos acusaron directamente a los porteros de «abandonar precipitadamente el lugar de los hechos tras la agresión», según recogen las diligencias.

En uno de los testimonios que incluye el sumario se dice también que Rodrigo (el ex novio de la chica rubia a la que habría empujado el amigo de Ussía y que está en libertad), dio «varias patadas a la víctima, mientras que Antonio le propinaba puñetazos en uno de los costados, tras haberle hecho una llave marcial».

Si bien hasta ahora los testimonios encajan en lo sustancial, no sucede lo mismo en lo relativo a cuántas personas y quiénes participaron en la expulsión de la víctima de la discoteca. Algunos indicaron que no eran los que participaron en la agresión sino otros, y que uno de ellos «le dio un «gancho» en el rostro tras discutir Ussía con un amigo», aunque el encargado de sacarle a la calle «agarrado por el cuello» fue Antonio S. Otras personas recalcaron que «le echaron de la sala varios -entre ellos, Antonio y el otro acusado, David A.-, arrollando a la gente y empleando «una violencia desproporcionada». Otros testigos manifiestan que fueron tres porteros -los detenidos- los que le llevaron al exterior, «le lanzaron por encima de una barandilla, sin dejar de golpearle y darle puñetazos en la cabeza. Después, le arrastraron por unas escaleras -entre ellos David. S.-, donde le dieron patadas por todo el cuerpo».

El primo de Álvaro, menor, indicó que mandó a la víctima un sms, fuera del local, para decirle que se iban a casa. Entonces, vio cómo cuatro personas le sacaban por la fuerza y mientras dos se alejaban, el resto le golpeaba, por lo que avisó al 091 y al Samur. Sus amigos, al enterarse de la muerte, rompieron los cristales de una peluquería, gritando: «Han matado a nuestro amigo».

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