Está en :

Oscura Venecia

CLÁSICA
Temporada ABAO
«I due Foscari». G. Verdi. Intérpretes: M. di Felice, F. Casanova, L. Moore, M. Muraro. O. S. de Bilbao. Director musical: R. Palumbo. Director de escena: J. F. Lee. Palacio Euskalduna. Bilbao. 15 de noviembre
COSME MARINA
Una de las ventajas del proyecto «Tutto Verdi» en el que está inmersa la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera es la oportunidad que ofrece al público de asistir a representaciones de algunos de los títulos más infrecuentes del compositor verdiano. Este es el caso de «I due Foscari», obra de 1844. No estaba especialmente satisfecho el músico con esta creación, que en colaboración con Piave escribió sobre una tragedia de Lord Byron. Intuía Verdi con acierto que le faltaba garra teatral.
ABAO ha impulsado una nueva producción con el teatro Verdi de Trieste firmada por Joseph Franconi Lee, que realiza un trabajo aséptico, sin enjundia dramática en los dos primeros actos, estático, sin fuerza. Sólo el tercer acto gana un poco en ingenio. Rodea el tremendo drama de los Foscari de una atmósfera tenebrista, oscurísima, con una escenografía funcional (a medio camino entre los volúmenes de Chillida y los de Serra) de Willian Orlandi. La versión escénica es, por tanto, neutra, de corta aportación desde las corrientes escénicas hoy imperantes.
Lo mejor de velada llegó desde el foso con un fogoso acercamiento a la partitura de Renato Palumbo al frente de una motivada Sinfónica de Bilbao y con buenas interpretaciones de un elenco que resistió firme las cancelaciones, alguna como la de Leo Nucci no de sencilla resolución. Consiguió, sin embargo, el barítono Marco di Felice una interpretación sólida y matizada de Francesco Foscari, muy brillante en el último acto.
Como su hijo Jacopo Foscari, el tenor Francisco Casanova hizo gala de sus virtudes y alguna carencia vocal, si bien este rol se adaptó mejor que otros a su realidad vocal. Confirmó la soprano Latonia Moore su éxito el año pasado como Liú y aquí, como Lucrezia Contarini, exhibió holgura vocal y amplitud de registros en una interpretación afortunada. Buen trabajo el de Maurizio Muraro, así como el del resto del reparto, y el del coro de la ópera de Bilbao, en una velada en la que el primer Verdi brilló con ímpetu musical y atonía escénica.