Chávez propone una cumbre alternativa a la del G-20 en Washington
LUDMILA VINOGRADOF
CORRESPONSAL
CARACAS. El presidente venezolano, Hugo Chávez, propuso ayer la celebración de una cumbre internacional, aún sin fecha definida, para enfrentarse a la crisis financiera. Entre otras opciones se decidió ayer que la citada cumbre podría celebrarse en principio en Caracas o Moscú u otra ciudad de Iberoamérica, Asia o Africa, y que sería paralela a la que va a realizarse próximamente en Washington.
El mandatario venezolano lanzó ayer su propuesta en el programa que conduce Walter Martínez en el canal oficial «Venezolana de Televisión» en donde reconoció ante las cámaras que él jamás sería invitado a la cumbre de los 20 países más ricos del planeta.
«Sé que a mí no me invitarían a esa cumbre, pero es que los países pequeños como nosotros también tenemos mucho que decir y aportar en el debate sobre la crisis», remarcó.
Por ese motivo Chávez considera muy necesario convocar una reunión ejecutiva donde puedan discutirse las causas que han provocado la crisis financiera y no tanto las consecuencias, ya que en su opinión, el origen del problema radica en el capitalismo salvaje y en el modelo neoliberal, que los países desarrollados han impuesto en el mundo.
Chávez no habló de fechas ni de la característica que tendría su convocatoria internacional. Tampoco si los resultados del foro serían vinculantes para la aplicación de soluciones. El mes pasado no asistió a la Cumbre Iberoamericana que se celebró en El Salvador y tampoco dijo los motivos.
No hay café
Mientras el mandatario pasa su tiempo planeando su cumbre paralela al G-20, la producción nacional del café ha entrado en crisis y el producto desaparece a toda velocidad de las estanterías de los supermercados al que lo hacen igual el arroz, el maíz y la leche.
Venezuela es productora neta de café y cacao, y antes del boom petrolero, hace 100 años, era la principal exportadora de estos productos. Sin embargo, la escasez del café, así como de otros productos básicos, viene por la regulación de precios, que el gobierno espera mantener congelados hasta después de las elecciones del 23 de noviembre para evitar mayor descontento de los electores
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