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Transición en la Casa Blanca

FUE la del presidente electo, Barack Obama, una lección de grandeza en la victoria. Quienes siguieron la jornada electoral recordarán también el gesto ejemplar de John McCain reconociendo su derrota, o pidiendo a sus seguidores lealtad con el vencedor, y ahora el presidente saliente, George ... W. Bush, rinde un servicio cabal a su país al dirigir una transición transparente y franca. La primera visita de Obama a la Casa Blanca, ayer mismo, ya como próximo inquilino de la sede presidencial, ha sido el último símbolo de la grandeza admirable de un sistema político no siempre bien juzgado en el mundo. Toda la maquinaria funciona a la perfección y está a la altura de la dimensión histórica de la elección. Sin embargo, pasado este periodo tan emblemático, llega el momento de volver a la realidad: Barack Obama ha dejado de ser el vendedor de promesas en la campaña electoral y es ahora el depositario de las esperanzas de todos los que le han votado y, en todo caso, el guardián de los intereses estratégicos del país. En el mismo momento en que ha penetrado por primera vez en el mítico despacho oval de la Casa Blanca, desde el que -al menos durante los próximos cuatro años- dirigirá los destinos del país más importante del mundo, y en parte los de todos los demás, ha empezado a responsabilizarse de las decisiones reales, con un efecto directo sobre la vida de millones de personas.

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